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¿Jóvenes en Acción es la solución definitiva para ocupar a los ‘ninis' de Ecuador?

El programa propone a los jóvenes pasantías en el sector público para que puedan tener oportunidades laborales

Frente al aumento de jóvenes que no estudian ni trabajan, el programa estatal 'Jóvenes en Acción' ha sido presentado como una alternativa para brindar oportunidades a este grupo vulnerable. Con una duración de tres meses y una compensación económica de $ 400 mensuales, el programa busca insertar a jóvenes entre 18 y 29 años en instituciones públicas mediante pasantías. Pero ¿es esta iniciativa una solución estructural o apenas genera un cambio temporal?

EXPRESO consultó a Nicky Bravo, abogado y catedrático especializado en derechos humanos de la niñez, y José Luis Morales, politólogo con experiencia en políticas públicas juveniles. Ambos coinciden en que, si bien el programa tiene aspectos positivos, está lejos de ser una respuesta definitiva a los problemas estructurales que enfrentan los jóvenes ecuatorianos.

Una medida útil, pero no transformadora

José Luis Morales es claro: “Jóvenes en Acción no es la solución”. Aunque reconoce que el programa cumple un rol de protección social al entregar un bono temporal, advierte que no ataca las causas estructurales del desempleo juvenil. “Es demasiado inocente afirmar que esta experiencia jugará un rol clave al momento de buscar otro trabajo, especialmente si hablamos de empleos estables y con salario digno”, señala.

Es un programa positivo pero no es la solución.

Nicky Bravo

Abogado y catedrático especializado en derechos humanos de la niñez

Desde su análisis, el programa ofrece una experiencia real en el sector público, pero no garantiza inserción laboral posterior. “Tres meses de pasantía no suman mucho en una hoja de vida para un empleo formal. El riesgo es que los jóvenes salgan del programa y vuelvan al mercado laboral sin herramientas suficientes”, advierte Morales.

Nicky Bravo coincide en que el programa, aunque es positivo, no puede considerarse una política laboral. “Esto es un programa de pasantías, no genera condiciones laborales desde una relación de dependencia ni con el Estado ni como servicios profesionales”, explica. Aunque el incentivo económico puede parecer atractivo, no cumple con el salario básico ni con las garantías constitucionales.

Las causas del fenómeno ‘nini’

Según el politólogo, el aumento de jóvenes que ni estudian ni trabajan responde a múltiples factores: baja productividad nacional, escasa diversificación económica y limitada oferta de educación superior pública. “Desde la teoría del capital humano, los jóvenes con dificultades socioeconómicas tienen menos probabilidades de estudiar y acceder a empleos estables”, explica.

La falta de acceso a educación superior pública tiene efectos nocivos inmediatos y a largo plazo. “Impide que los jóvenes trabajen mientras aspiran a estudiar, y limita su capacidad de obtener empleos bien remunerados en el futuro”, sostiene Morales. En este contexto, Jóvenes en Acción aparece como un parche temporal, no como una política que transforme el sistema.

Después de los tres meses del programa ¿Qué sigue?

Uno de los puntos más críticos señalados por Bravo es la ausencia de seguimiento posterior. “No basta con decir cuántos recibieron el incentivo o el certificado. Hay que medir cuántos lograron insertarse en el mundo laboral, continuar sus estudios o emprender”, enfatiza. Sin un plan de monitoreo, el programa corre el riesgo de convertirse en un ciclo sin impacto duradero.

Bravo propone que los jóvenes sean capacitados no solo en temas técnicos, sino también financieros, y que puedan acceder a microcréditos relacionados con sus áreas de pasantía. “Las juventudes son el eje de desarrollo del país. No podemos verlos solo como objetos de protección, sino como sujetos de derechos que opinan, participan y construyen sociedad”, afirma

Referencial. Trabajo en instituciones públicas.

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¿Qué se necesita para que sea una solución real?

Para que “Jóvenes en Acción” tenga un impacto duradero, se requiere una política pública más integral. Morales propone complementar el programa con iniciativas que formen capital humano, diversifiquen la economía y aumenten la productividad. “Solo así el sector privado podrá absorber a los jóvenes en empleos formales y estables”, sostiene.

Bravo coincide en la necesidad de un enfoque más amplio. “Hay que pensar en educación, salud, empleo, emprendimientos, acceso a créditos, y sobre todo en seguimiento. ¿Qué pasó con los jóvenes que participaron? ¿Están estudiando, trabajando, emprendiendo?”, cuestiona. Ambos expertos coinciden en que el programa es positivo, pero debe ser parte de una estrategia nacional que reconozca a los jóvenes como prioridad de Estado.

Jóvenes en Acción es una medida paliativa con potencial, pero no una solución estructural. Como señala Morales, “cumple un rol que no se debe desconocer, pero tampoco es para concluir que revertirá la situación de inestabilidad laboral”. Y como insiste Bravo, “hay que mejorar las condiciones, garantizar derechos y hacer seguimiento”. Solo así se podrá transformar una pasantía temporal en una verdadera oportunidad de desarrollo para las juventudes ecuatorianas.

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