Columnas

El gobierno en modo muerto-vivo

"...su secretaria de Comunicación, intenta reponerlo en la coyuntura y granjearle una salida digna"

Imagen P09 GOBIERNO MUERTO VIVO
"En todo caso, el gobierno de Moreno ya clausuró la faena política. Pero tiene que esperar hasta el 24 de mayo entrante para entregar la administración. Una espera que aún hoy se antoja larga".Adrián Peñaherrera

La censura de María Paula Romo pinta de cuerpo entero al gobierno de Lenín Moreno en los seis meses que le restan: un muerto-vivo sin dinero, sin capacidad de gestión y sin posibilidad de maniobra política. Lenín Moreno está condenado a terminar su gobierno muy a imagen y semejanza suya: un político insustancial que construyó su popularidad interpretando el papel de policía bueno en el gobierno de Rafael Correa. Y contando chistes.

La salida de Romo lo deja en una indigencia política que se refleja en la designación del nuevo ministro de gobierno: Patricio Pazmiño es lo más parecido a un ministro del Interior. No solo por su perfil, como exgeneral de la Policía. También por tres circunstancias que convierten al gobierno es un convidado de piedra en el escenario político.

Primera: no cuenta con bancada parlamentaria porque el oficialismo quedó en el limbo: entre el vacío político y Ximena Peña, cuya candidatura presidencial por Alianza PAIS califica, paradójicamente, como testimonial.

Segunda: la penuria económica que lo maniata y desgasta su popularidad que se encuentra prácticamente en soletas. En ese sentido, la llegada de Mauricio Pozo al Ministerio de Finanzas solo puede ser leída como una movida técnica, para evitar que el descalabro económico, agudizado por la COVID, agrave la crisis fiscal y afecte la única boya de salvación en la cual se trepó el Gobierno: el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que ha prestado al país 10.200 millones de dólares.

Tercera: la campaña política que pone el acento en la dinámica electoral y convierte la administración de Moreno, más aún si hay segunda vuelta, en una suerte de intendencia sin iniciativa y expresamente condenada a no crear olas. Es tan evidente la orfandad política en la que está sumido el Gobierno que nadie sabe, y nadie parece interesado en saber, quién cumplirá las tareas políticas que Romo compartió con las que le imponía ser la responsable política de la Policía y de la seguridad del Estado, en coordinación con Fuerzas Armadas.

Este vacío político es evidente desde la designación de María Alejandra Muñoz, el 17 de julio pasado: entonces fue evidente que la principal operadora política del gobierno de Moreno, aspirante a la Vicepresidencia, se había quedado sin puentes con los partidos y con la Asamblea. Entre las causas figuran, principalmente, la implosión de la Asamblea, el escándalo por reparto de hospitales y el inicio de la campaña. Allí se selló el destino de Romo que, en los hechos, estaba estrechamente unido al del presidente Moreno: perdió a su ministra y se quedó sin panorama político alguno.

Caridad Vela, su secretaria de Comunicación, intenta reponerlo en la coyuntura y granjearle una salida digna. Ella ha diseñado un programa ante los medios, De frente con el presidente, que tras tres presentaciones luce tan agotado como su protagonista.

El gobierno de Lenín Moreno hizo algo bien: romper con Rafael Correa. Pero ni rompió con el correísmo ni dio un norte al país. Es tan cierto que los miembros de su gabinete, tan preocupados por anclar un relato, hoy, tras 3 años y medio, no saben cuál fue la característica de este gobierno. No fue de transición, como las circunstancias le imponían. No fue el gobierno anticorrupción que tanto preconizó y, por el contrario, algunos funcionarios y el propio presidente no desvirtuaron cargos que arrastran.

En todo caso, el gobierno de Moreno ya clausuró la faena política. Pero tiene que esperar hasta el 24 de mayo entrante para entregar la administración. Una espera que aún hoy se antoja larga.