Columnas

Spinoza en el parque México (III)

Es un libro de múltiples claves porque nos sitúa ante los grandes problemas que definen nuestro tiempo’.

Spinoza en el parque México es un libro de múltiples entradas. Liberal en sus propuestas. Heterodoxo como Spinoza. Es un libro de múltiples claves porque nos sitúa ante los grandes problemas que definen nuestro tiempo. Claves de ingreso, no respuestas definitivas. Provocativas, fascinantes, cuestionadoras. Su figura es el relámpago: ilumina, pero la noche sigue. Debe elegir el camino.

Hay claves que me resultan especialmente iluminadoras. Como Persona ‘non grata’, en alusión al libro de Jorge Edwards que retoma las discusiones de los pensadores opuestos al totalitarismo marxista como Camus, Alejandro Rossi -que permitió a Krauze identificarse como intelectual liberal- o Gabriel Zaid, cuyo artículo Los universitarios en el poder, es demoledor porque muestra la distorsión de la misión de la universidad por motivos políticos y “al grito de Córdoba” y del libre ingreso, vía subsidios del Estado hace la ficción de un país de universitarios.

Otro es el del mesianismo, clave de los movimientos revolucionarios del siglo XX y con otro rostro, del XXI. “...vista en el plano terrenal, la idea mesiánica hizo estragos dentro del judaísmo. Y esa idea se proyectó sobre la historia universal haciendo aún más estragos”. Krauze lo expone a través de las obras de Scholem, Benjamin y Kafka. El primero señaló lo mortífero de los ideales mesiánicos, “la liberación de todos, la justicia para todos, el pan para todos”, exige la violencia, honrada como partera de la historia. De ahí la fascinación de los mesianismos por el martirologio.

Polémicas, me resulta especialmente aleccionadora. Por su lectura de la revolución trágica salvadoreña que mi generación vivió y sufrió y que pasó, sin transición, de la evocación romántica al desencanto total. Las filosofías de la liberación que terminaron callando o aupando a los autócratas. Los profetas y los mesías tropicales embaucan utilizando políticamente a la historia.

“Muchos comentadores amaban tanto a Spinoza como para evocar un viento al hablar de él”, escribe Gilles Deleuze. Hay varios vientos. El de la libertad recorre las páginas del libro de Enrique Krauze.