Vacunas

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Europa vive mayor oposición a vacunarse que los demás países analizados y, lo que es peor, durante semanas sostuvo un boicot contra AstraZeneca, que acaba de levantarse: más días perdidos.

El New York Times publicó una investigación que compara resultados de países con avances en vacunación y países que van a la zaga. El ejemplo de política fallida es el europeo, frente a los exitosos casos de Israel, Inglaterra y Estados Unidos, que han vistos sus casos de COVID-19 ceder sostenidamente en las últimas semanas.

Las conclusiones son impresionantes y aplicables a lo que nos pasa en Ecuador. A ver si aprendemos y corregimos los errores que hemos cometido, pues además de estar en juego vidas humanas, también el futuro económico y la paz social dependen de esto.

El Times señala tres puntos como los principales lastres de la política de vacunación europea. Primero la burocracia: haciendo primar la solidaridad y el consenso de 27 países por sobre la acción urgente, Europa quedó a la saga del mercado mundial de vacunas.

En segundo lugar, queda señalada como un error la decisión europea de tomarse el tiempo de conseguir “los mejores precios”. Esta es una falacia frecuente entre autoridades, ora por cándidas, ora forzadas por sus propias normativas y miedos: la realidad demuestra que el costo de nuevos encierros y de prolongar la recesión ridiculiza cualquier supuesto ahorro en el precio negociado de las vacunas -que no llegan aún-. En estas cosas nada es más costoso que la falta de acceso inmediato.

El tercer factor me sorprendió, porque nunca lo imaginé: allí donde nacieron las vacunas para el cólera, la rabia, el tétano, la tifoidea, la fiebre bubónica, la tuberculosis o la difteria, es también el corazón del movimiento mundial antivacunas. Europa vive mayor oposición a vacunarse que los demás países analizados y, lo que es peor, durante semanas sostuvo un boicot contra AstraZeneca, que acaba de levantarse: más días perdidos.

Más allá de las horribles imágenes de vacunaciones VIP y las responsabilidades legales que conllevan, o de los dimes y diretes entre Gobierno y municipios sobre la liberación del proceso de vacunación, a fin de acelerarlo, todavía nadie sabe a ciencia cierta cuándo se podrá vacunar. Ni siquiera una idea.