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Los nuevos samaritanos

Avatar del Inés Manzano

De acuerdo con la Constitución (art. 132) el poder Legislativo por ley orgánica puede atribuir competencias, deberes y responsabilidades a municipios o prefecturas, de ahí que exista un código orgánico de organización territorial que establece como función de una prefectura o municipio, coordinar con Policía, sociedad y otros organismos la seguridad ciudadana’.

Un samaritano, para recordar el relato, era un ser impuro ante los judíos de los tiempos de Jesús; y justo fue uno de ellos el que ayudó a un mal herido, pues tuvo compasión. Así como fue una samaritana la que sacó agua del pozo y se encontró a Jesús, quien le dijo “Dame de beber”, y se entabla tal vez la conversación más bonita en la historia, sobre la humildad de una mujer necesitada, la bondad, la igualdad y el respeto al ser humano que nos dejaba como lección Jesús. 

La historia no ha cambiado, 2022 años después. Siempre habrá un levita que no quiera ayudar al hombre malherido; un samaritano que olvida de dónde es y viene para ayudar; y una mujer buscando agua verdadera.

No puede haber otro interés más importante para un político en funciones que el bienestar del ciudadano. Lo entienden tan bien que sus promesas de campaña se enfocan en el bienestar.

De acuerdo con la Constitución, en su art. 132, el poder Legislativo por ley orgánica puede atribuir competencias, deberes y responsabilidades a los municipios o prefecturas, de ahí que exista un código orgánico de organización territorial, que establece como función de una prefectura o municipio, coordinar con la Policía Nacional, la sociedad y otros organismos en cuanto a la seguridad ciudadana. Lo podemos corroborar, por ejemplo, con la Corporación de Seguridad Ciudadana de Guayaquil y el cobro a los privados por la instalación, servicio y mantenimiento de los ojos de águila. Y si vemos las atribuciones de un alcalde, pueden coordinar la formulación y ejecución de políticas locales, planes y evaluación sobre prevención, protección, seguridad y convivencia ciudadana; incluso con los agentes de control municipal pueden aprehender a quien sea sorprendido en delito flagrante de tráfico ilícito de droga en espacios públicos.

Cuando Giuliani fue alcalde de Nueva York, su plan de combate a la delincuencia ayudó a que en la isla de Manhattan sean erradicados los puntos de crimen. Tuvo un ejecutor policial, así como Fiscalía, jueces y sistema carcelario haciendo lo que deben, por lo que las acciones no son solo de un lado como el Gobierno, sino en conjunto. Decía el exalcalde que no se saca de la pobreza si la gente está oprimida por el crimen, que no hay libertad por esa opresión.

Lo mismo aplicaría para el caso de seguridad alimentaria para las madres y sus hijos en una ciudad o provincia. Si bien la desnutrición crónica se trata como política pública de Estado, eso no significa que no se puedan realizar acciones para aliviar la desnutrición de los ciudadanos del cantón.

El nuevo samaritano es el nuevo político, el que debe emerger al ver que los recursos económicos que invierte el Estado no llegan a aliviar y concretar el bienestar de padres de familia, sus hijos y demás ciudadanos. Desarrollar eficaces programas de salud, desarrollo social y educación dependen de un ambiente de seguridad. Es decir, que tengan compasión, respeto e integridad, tanto para ser candidatos como para ser funcionarios públicos.

Un alcalde que le hace ‘el quite’ a los problemas de inseguridad de la población que lo eligió, es un funcionario tal cual el levita, bordea al malherido porque no cree que es su competencia ayudar.