Columnas

¿Estamos preparados?

En Ecuador hay actitudes que no tienen explicación’.

Afirmo que Ecuador desde su nacimiento a 1830 no estuvo ni está preparado para tener prosperidad. No hay otra explicación a seguir siendo subdesarrollado durante 190 años: pobreza, inestabilidad política, déficit en el presupuesto estatal, elevado nivel de endeudamiento, pugnas entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, pésimo manejo de la economía, restricciones a las libertades, exceso de leyes, etc.

¿Qué hemos aprendido como república? La respuesta es clara, tenemos un doctorado en incapacidad. Al leer las memorias anuales de los diferentes ministerios, se lee exactamente lo mismo que hoy publican los periódicos y canales de TV.

Si las causas de nuestro atraso se conocen desde 1830, ¿por qué los gobernantes no han logrado terminar con tantos males crónicos? A muchos el puesto les quedó muy grande, pero hemos tenido presidentes y ministros de Estado altamente preparados. ¿Por qué actuaron tan mal? ¿Qué debe hacerse con el fin de que las élites políticas, económicas, intelectuales, etc. reconozcan que mientras exista la pobreza e ignorancia tendremos demagogos populistas? Al pueblo llano le es indiferente si los gobiernos roban o son honestos. Ellos quieren soluciones inmediatas a sus problemas y en la forma como se maneja la economía en Ecuador ese inmediato se convierte en muy largo plazo.

Ningún gobierno ha podido terminar con el despilfarro de los fondos públicos. Lejos de disminuir su mal uso y corrupción, ha sucedido lo contrario: se vio lo peor del ser humano. Lo ocurrido en los últimos 14 años quedará en la historia ecuatoriana como crespón negro; debe avergonzar a todo ecuatoriano. Centenares de escuelas y decenas de hospitales se dejaron de hacer con los dineros que fueron esquilmados.

En Ecuador hay actitudes que no tienen explicación. Manabí debió votar en contra de Arauz porque los impuestos recabados para la reconstrucción se usaron parcialmente, el resto fue para otros propósitos, pero recibió el doble de votos que Lasso.

Es claro, a los votantes les importó poco que los dineros no se hayan usado correctamente en la reconstrucción. Acción sin sentido.