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Las Zonas Especiales de Desarrollo Económico

Avatar del Francisco Huerta

No hay futuro sin innovación y en las ZEDE se está empezando a obtenerla

Una variable clave para lograr el desarrollo integral es alcanzar un nivel superior de desarrollo económico, expresado como crecimiento de algunos indicadores de magnitud tal que superen el crecimiento demográfico.

Entonces será posible el desarrollo integral incrementando el desarrollo social, hoy por hoy absolutamente deficitario si nos atenemos a la calidad de la educación o a la de las prestaciones destinadas a mantener la salud de los ecuatorianos, por ahora básicamente atendidos, mal atendidos, en sus periodos de enfermedad. Ni hablar si conjugamos la variable empleo, que siendo un indicador económico tiene profunda relevancia social y política, entendiendo al empleo como la posibilidad de ganar el pan con dignidad. Por supuesto, todo ello en un ambiente de respeto a las libertades.

Conste que para no ser tremendista no insisto en poner como ejemplo del subdesarrollo social a la situación del IESS, que hoy sufre un acumulado vergonzoso de mala calidad gerencial sumada a una todavía no superada corrupción.

En todo caso, hoy quiero defender la existencia de las ZEDE, que remplazaron a las zonas francas de otras épocas, aunque siguen siendo fundamentalmente destinos aduaneros con incentivos tributarios y, en casos particulares como la que funciona en el campus de la Espol, con obligaciones en desarrollo industrial, logístico y de transferencia y desagregación tecnológica e innovación.

En efecto, la ZEDE Espol está rindiendo sus primeros frutos y acaban de inaugurar una planta: Bioconversión S. A., que de las larvas de una especie de mosca (la mosca soldado negro) obtiene un producto que en la planta piloto del 2018 rendía una tonelada mensual de harina con 45 % de proteínas y ahora se encuentra terminando una planta que aspira a producir 100 toneladas al mes, lo que a su vez equivale a procesar 2.000 toneladas mensuales de residuos no peligrosos para alimentar a las voraces larvas y con sus desechos producir abono bio-orgánico.

Ojalá que este avance destinado al fomento de industrias de economía circular, con alto sentido de responsabilidad con el medio ambiente, no se frene.