Florencio Compte Guerrero: El horror cotidiano

Arendt acuñó la expresión “volver cotidiano el horror” cuando los actos de barbarie se convierten en parte de la rutina
Las cifras de crímenes en nuestro país son escalofriantes: el índice de asesinatos diarios ha registrado un incremento del 65 % respecto al año 2024, lo que ubica al Ecuador no solo como uno de los países más peligrosos de América, sino del mundo.
En lo que va del año doce menores de edad han sido asesinados solo en la ciudad de Manta (uno de ellos de apenas cuatro meses de edad). Esto, que debería escandalizarnos, poco a poco ha ido convirtiéndose en algo cotidiano y casi normal, a tal punto que este tipo de noticias dejaron de aparecer en las primeras páginas de los diarios para irse reduciendo a pequeñas notas en las páginas interiores.
También en estos días nos enteramos de lo macabro del crimen de los tres adolescentes y un niño de las Malvinas (Ismael y Josué Arroyo, de 15 y 14 años, Nehemías Arboleda, de 15 años, y Steven Medina, de 11 años; no olvidemos sus nombres), quienes fueron torturados cruelmente y asesinados por parte de miembros de las Fuerzas Armadas.
De este hecho surgen varias preguntas: ¿los asesinos actuaron por cuenta propia o fueron obedientes y acataron órdenes que recibieron? ¿Se trató de proteger a los criminales? ¿Quiénes lo hicieron? ¿Alguien ha asumido la responsabilidad por los hechos o al menos ha salido a dar una explicación oficial? ¿Qué ha hecho el Estado por las familias de los adolescentes? Y, ¿dónde está la justicia?
La filósofa Hannah Arendt describía cómo en la época del nazismo Adolf Eichman no se consideraba a sí mismo como un criminal sino como un burócrata eficiente que acataba órdenes de manera disciplinada, sin detenerse a pensar en las consecuencias de sus actos.
Asimismo, Arendt acuñó la expresión “volver cotidiano el horror”, cuando los actos de barbarie se convierten en parte de la rutina diaria, cuando una parte de la sociedad normaliza la violencia y, que, en el caso del crimen de las Malvinas, llegó a justificar la tortura y el asesinato aduciendo supuestos actos criminales de los menores, algo no comprobado, a pesar de los intentos de crear un relato oficial en ese sentido.