Feriado, ¿a qué costo?
Ya aparecerán los sufridos, los mismos que bailaron hasta las “quince de la mañana”, que criticarán el colapso del sistema de salud y se harán víctimas de las circunstancias
Miles de familias ecuatorianas tienen la costumbre de recibir el año nuevo en la playa y gozar esos días de descanso entre familia y amigos. Todo está planificado: 31 de diciembre, poco antes de la medianoche, la cena con los seres queridos y a las doce en punto, entre abrazos y buenos deseos, quemar el año viejo, con la esperanza de que todo lo malo que ocurrió durante el año que finalizó se queme también con el monigote. Después de esta tradicional quema y de cumplir las cábalas respectivas, los jóvenes y no tan jóvenes se van de fiesta.
A principios de 2020 llegó el coronavirus a nuestras vidas a “aguarnos” la fiesta con todas sus restricciones y medidas de bioseguridad, que en ocasiones odiamos pero que son tan necesarias. Entramos en pánico y lloramos a nuestros muertos y a los ajenos también. Sufrimos porque no conseguíamos mascarillas, ni alcohol; porque era todo un lujo realizarse una prueba PCR para saber si estábamos contagiados o no. Nos alejamos de familiares y amigos, nos faltó dinero y sentimos la impotencia de no poder salir a la calle en busca del pan diario.
Pero pareciera que la pandemia se hubiese ido hace años luz. Sin importar la llegada de una nueva variante al país y que el número de muertes diarias aumentó, el plan de botar la casa por la ventana en este último feriado se aplicó. Celebraciones, bailes y aglomeraciones, como si no hubiese mañana, fueron las postales del cierre de año. Y luego de lo farreado y lo bailado, el peor de los chuchaquis: el remordimiento de haberse expuesto y el temor de poder estar contagiados, lo que llevó a cientos de personas a formar interminables filas para hacerse un hisopado.
Las consecuencias de haber despedido el año con bombos y platillos las veremos en los próximos días. Mientras tanto nos toca volver a las actividades cotidianas a medio gas: clases virtuales, presentar carnet de vacunación para entrar a cualquier lado y posiblemente hasta en el transporte público. Seguimos de mascarillas y con contagios en aumento. Ya aparecerán los sufridos, los mismos que bailaron hasta las “quince de la mañana”, que criticarán el colapso del sistema de salud y se harán víctimas de las circunstancias.