Columnas

Guayaquileñismo

"Desgraciadamente el puerto dejó de ser fluvial por la sedimentación que atenta a contra la presencia de barcos de gran calado"

“Interminable estás al mar saliendo/ río Guayas cargado de horizontes”, es el comienzo de los primeros versos de un emotivo poema de ese mago de la metáfora que fuera el poeta quiteño Jorge Carrera Andrade, que concluye en la suma de sus cuartetos en decasílabos afirmando rotundamente, para estremecimiento de sus lectores: “Oh río capitán de grandes ríos/ es igual tu fluir ancho, incesante/ al de mi sangre llena de navíos/ que vienen y se van a cada instante”.

Este emotivo mensaje desde el río tutelar de nuestra ciudad destaca la importancia y la atracción de tan caudalosa corriente fluvial formada por el maridaje de los ríos Daule y Babahoyo, a cuyas márgenes fue fundado hace 486 años el que pasó a convertirse en el Puerto Principal del Ecuador por Francisco de Orellana, a quien poco tiempo después también le tocaría la gloria de descubrir el río más caudaloso del mundo, el Amazonas. Desde aquellas épocas, la entonces pequeña ciudad fue creciendo hacia el sur, haciéndole frente a los problemas causados por la destructiva y saqueadora presencia de filibusteros, al absorbente pantano que obligó a construir el puente de madera más largo del mundo en ese entonces y al fuego abrasador que tantas veces destruyó con sus llamas la ciudad de viviendas de material combustible. Pero aquello no fue óbice para que la urbe avance y pase en convertirse con los años en uno de los principales puertos fluviales del océano y por largos años en uno de los primeros astilleros del mundo. Las primeras casas de madera y caña de La Perla del Pacífico fueron dando paso a edificios de cemento armado en largas calles y avenidas, con una población que fue creciendo, sobre todo por el aporte de la gran migración interna, hasta llegar a tener ahora más de tres millones de habitantes.

Desgraciadamente el puerto dejó de ser fluvial por la sedimentación que atenta a contra la presencia de barcos de gran calado.

Julio es el mes del guayaquileñismo, recordando la fundación de la urbe y también la gloriosa Batalla de Jambelí durante el conflicto con Perú en 1941. Este calificativo contrasta con la opinión de quienes creen que octubre, por ser el mes libertario, debería ser el del guayaquileñismo, recordando que desde esta ciudad se inició la Independencia total que se consiguió con la Batalla del Pichincha.