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¿COVID o no COVID?

Avatar del Diana Acosta

"No he visto que las autoridades tengan un plan que asegure el distanciamiento de los votantes en los recintos electorales, más allá de ciertas recomendaciones hacia los miembros de las juntas receptoras del voto"

La situación delicada que vivimos nos ha entregado un proceso electoral diferente; videos y mensajes por redes sociales han sido las herramientas más utilizadas por buena parte de los candidatos. Las caminatas no se han dejado de lado, pero de ninguna manera son el puntal de las campañas, mucho menos las tarimas desde donde se lanzaban discursos demagógicos prometiendo al pueblo lo que quería escuchar.

La papeleta presidencial la imprimieron a las bravas, mutilada y con manchas de ilegalidad, con incumplimientos de dictámenes judiciales, prevaleciendo la conveniencia de los partidos que pretenden que su caballo llegue primero a la meta, haciendo todo lo que tienen a su alcance, incluso violando la ley.

Sin embargo, considero que el principal escollo en el domingo de elecciones será el temor de buena parte de la ciudadanía, que juiciosa ante el potencial riesgo de contagio, no acudirá a votar. Tradicionalmente, todos los procesos electorales han tenido una nutrida participación ciudadana, provocada no necesariamente por nuestra devoción a la democracia, sino para evitar la multa y obtener el certificado de votación que sirve para un sinnúmero de trámites burocráticos.

Con este probable escenario, veremos cómo muchos quizás desistan de cumplir con esta obligación, doblegados por la prevención y el cuidado por la pandemia. La COVID hace a diario su campaña silenciosa a favor del ausentismo, el que, con certeza, nos privará de ese voto que probablemente sea el indispensable para inclinar la aguja electoral a favor del candidato indicado que necesita nuestro país. No he visto que las autoridades tengan un plan que asegure el distanciamiento de los votantes en los recintos electorales, más allá de ciertas recomendaciones hacia los miembros de las juntas receptoras del voto. ¿Cuántos ciudadanos acudirán a cumplir con su deber, a sabiendas que estarán expuestos al virus durante varias horas, sin conocer qué se hará para protegerlos? Es un problema de proporciones que pasa por la interrogante shakesperiana: ¿COVID o no COVID? Esa es la pregunta.