Columnas

Caja de Pandora

Confiamos que, dentro de esa caja de Pandora, tal como reza la leyenda, lo único que no perdamos sea la esperanza

La crisis delincuencial en Ecuador es grave, tanto que, hasta el Papa hizo una referencia a la explosión de violencia y asesinatos entre reclusos en la cárcel de Guayaquil.

El primer mandatario está equivocado cuando enfila sus dardos hacia la Asamblea, amenazándola con que “llevará acabo una batalla democrática” para cumplir con su capricho inconstitucional de ponernos más impuestos y quitarnos derechos laborales, cuando la guerra se la tiene que dar a las mafias que se quieren tomar el país.

El Ejecutivo está mal asesorado, debería escoger mejor sus batallas y no darle pelea a todo lo que puede, indígenas, Asamblea, transportistas y hasta a sus pares ideológicos.

¿Con qué cara el Ejecutivo insistirá ahora en cobrarnos más impuestos a los ecuatorianos, luego de enterarnos, gracias al periodismo libre e imparcial que, mediante una investigación bajo el título ‘Pandora papers’, ha publicado una nutrida lista que incluye a líderes de varias naciones, donde denuncian cómo estos han escondido sus propiedades, ingresos y millonarias fortunas en cuentas y sociedades ‘offshore’, ubicadas en paraísos fiscales para, presumiblemente, no pagar los impuestos correspondientes. Cuentas secretas, fideicomisos en paraísos fiscales a nombre de testaferros, trusts en Dakota del Sur para esconder millonarios patrimonios, son parte de las inequidades que enfrentamos en América Latina. No es justo que a los ciudadanos honestos, que tenemos nuestro patrimonio en Ecuador, nos pretendan castigar con mayores cargas, mientras otros vivarachos pudientes los esconden bajo la alfombra.

No más cuentos de que van a atraer la inversión extranjera y repatriar los capitales nacionales, cuando el mismo Gobierno no practica con el ejemplo lo que tanto predica.

No es hora de pelearse con quien no debe, es hora de cambiar de asesores y rumbo, para librar las batallas necesarias contra los flagelos que tienen postrado al Ecuador. Confiamos que, dentro de esa caja de Pandora, tal como reza la leyenda, lo único que no perdamos sea la esperanza.