Claudia Tobar Cordovez: Arquitecto de la cultura de confianza

El líder es sin duda el arquitecto de la cultura de confianza.
Ralph Nader dice: “la función de un líder es producir más líderes, no más seguidores”. Por mucho tiempo hemos creído que un buen líder es aquel que moviliza a todos hacia un sueño. Aunque es esencial orientar al equipo hacia un objetivo compartido, el verdadero rol de un líder es empoderar a otros para desbloquear su propio potencial. En la travesía de liderar está la compleja tarea de encontrar el valor de la diversidad en sus miembros. Esas diferencias, a menudo vistas como obstáculos, son la riqueza más significativa; ofrecen un tesoro de sabiduría colectiva que cada miembro aporta.
Adam Grant, psicólogo social de la Universidad de Wharton, describe al líder ideal como un narcisista humilde. Suena a paradoja, pero él argumenta que un líder debe tener una buena dosis de seguridad en sí mismo, saberse capaz y proyectarlo. Debe tener la humildad de reconocer que no lo puede hacer solo, que necesita de su valioso y diverso equipo. Esta dualidad, lejos de ser incompatible, forma un líder que inspira confianza en sus habilidades y reconoce la importancia de colaborar con su equipo.
Simon Sinek afronta la necesidad de construir confianza como líder; siendo esta un sentimiento, debe ser cultivada y merecida; nunca puede imponerse. El ambiente es parte fundamental de ese sentimiento y quien crea ese ambiente es el líder. La confianza viene de nuestra necesidad más elemental como seres humanos de sentirnos en control. Cuando uno se siente en confianza puede sacar su mejor versión, tomar riesgos y proponer cambios; se abre a conectar con otros y a construir. En contraste, la desconfianza despierta temor al error, lo que puede incrementar los fallos; tendemos a minimizar nuestra presencia y aportes, evitando el riesgo de ser juzgados. La desconfianza inhibe la colaboración y puede desatar la peor versión de nosotros mismos, alimentando un egoísmo defensivo y una paranoia infundada sobre las intenciones de los demás.
Empresas gastan millones de dólares en desarrollo profesional para dar a sus colaboradores herramientas, destrezas, capacidades y alcanzar mejor desempeño. Por valor cero pueden invertir en un ambiente de confianza que ofrecerá mejores resultados. El líder es sin duda el arquitecto de la cultura de confianza.