El problema de credibilidad de la Fed

No se puede negar que el banco central más poderoso del mundo ha fallado en su análisis, pronósticos, formulación de políticas y comunicación
En reacción al repentino colapso de Silicon Valley Bank, André Esteves, un alto ejecutivo bancario brasileño, le dijo recientemente a Bloomberg que “el riesgo de tasa de interés de SVB habría sido obvio para cualquier pasante bancario en América Latina”. Para algunos, este comentario sonará bastante rico viniendo de una región que no ha tenido escasez de problemas en el sector bancario. No obstante, el sentimiento de Esteves es revelador, porque refleja las crecientes preocupaciones en todo el mundo sobre la formulación de políticas de la Reserva Federal de EE. UU. y sus efectos secundarios adversos en otros países.
Hay buenas razones para estar preocupados. Solo en los últimos tres años, la Fed manejó mal su ciclo de aumento de tasas de interés, enfrentó acusaciones de uso de información privilegiada, tropezó en su supervisión de los bancos y, a través de una comunicación inconsistente, alimentó en lugar de calmar la volatilidad del mercado en varias ocasiones.
Estas fallas son cada vez más importantes para el público. La inflación se ha mantenido demasiado alta durante demasiado tiempo, despojando a la gente del poder adquisitivo y golpeando a los pobres con especial dureza. Los colapsos bancarios del mes pasado se consideraron lo suficientemente graves como para que las autoridades ‘rompieran el cristal’ al activar la ‘excepción de riesgo sistémico’; pero esta respuesta ahora podría imponer una carga mayor a todos los depositantes. Estos acontecimientos, incluida la amenaza de una menor disponibilidad de crédito, han aumentado el riesgo de que EE. UU. caiga en recesión, alimentando la inseguridad de ingresos en lo que de otro modo se consideraría una economía fuerte.
Los problemas de la Fed deberían preocupar a todos. Una pérdida de credibilidad afecta directamente su capacidad para mantener la estabilidad financiera y orientar los mercados de manera consistente con su doble mandato de mantener la estabilidad de precios y apoyar el máximo empleo. Personalmente, no puedo recordar un momento en que tantos exfuncionarios de la Fed hayan sido tan críticos con las proyecciones económicas de la institución, que a su vez informan sobre el diseño y la implementación de su política monetaria.
Las quejas internacionales sobre las fallas de la Reserva Federal (y sus efectos secundarios globales adversos) han estado surgiendo en todas partes. En octubre pasado, Edward Luce del Financial Times capturó bien el estado de ánimo en un comentario con el titular: “El mundo está empezando a odiar a la Reserva Federal”. Y más recientemente, durante su conferencia de prensa, los funcionarios suizos que se ocupan de la venta de emergencia forzada del segundo banco más grande de su país señalaron que la quiebra de SVB contribuía a sus problemas.
Tampoco puedo recordar un momento en que los mercados hayan sido tan desdeñosos con la orientación a futuro de la Fed. La divergencia entre la trayectoria de la tasa de interés para 2023 declarada por la Fed y las expectativas del mercado ha sido tan amplia como un punto porcentual completo recientemente. Esa es una brecha notablemente grande para el banco central en el centro del sistema financiero global. Los mercados continúan yendo en contra de todo lo que han escuchado y leído de la Reserva Federal al fijar precios en un recorte de tasas ya en junio.