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A parlar

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"En estas circunstancias ya no les calza el discurso de la marginación, ya no pueden decir que no tienen el espacio para ser escuchados, ya no pueden continuar con las viejas prácticas de tomarse las calles..."

Los subsidios, las marchas, la violencia en las calles y en las cárceles, el estado de excepción (muy oportuno), las invitaciones no deseadas a las personas no adecuadas, las leyes o proyectos de leyes que van, que vienen, que se dividen; el incremento de impuestos, la regresión de “derechos” laborales, las acusaciones de conspiración, las acusaciones de inoperancia. Y así, el tema de las vacunas quedó en el pasado, como si nunca hubiera sido una preocupación, como si siempre las hubiéramos tenido. El capital político que aportó la excelente gestión con la vacunas se agotó, no alcanzó para cubrir todos los frentes que se han abierto.

Y es que en democracia, todos tiene algo que decir, ese es el fondo de un Estado de derecho (no de derechos como erradamente se estipuló en la última constitución mamotreto impresa a último minuto, con inclusiones nunca discutidas en la constituyente de Montecristi). Ese es el espíritu de la democracia, el poder expresar opiniones por divergentes o disparatadas que puedan parecer a unos y otros. El expresar estas opiniones da pie al diálogo en búsqueda de consensos y de aceptar las diferencias. En temas de política el espacio idóneo para hacerlo es la Asamblea, el Parlamento, donde se debe parlar y hasta parlotear en muchos casos, donde se puede esgrimir y debatir argumentos, ideas, opiniones, donde las tendencias buscan un equilibrio. En una democracia representativa, todos elegimos a nuestros interlocutores para que en la Asamblea represente nuestros ideales, o al menos así debería ser, ya que se supone que elijo a un candidato para la Asamblea cuyo discurso me resulte coherente y exprese de alguna forma mi pensar.

En la últimas elecciones, Pachakutik llegó con un porcentaje de participación inusitado a la Asamblea, representando al indigenado del país y a los movimientos plurinacionales afines. Obtuvieron un 17 % de representación, teniendo así una oportunidad histórica para hacer escuchar su voz, para plantear sus ideas, para defender sus ideales. En estas circunstancias ya no les calza el discurso de la marginación, ya no pueden decir que no tienen el espacio para ser escuchados, ya no pueden continuar con las viejas prácticas de tomarse las calles y atropellar a quienes no piensen igual. Sin embargo, los viejos hábitos son difíciles de dejar y sienten esa necesidad de llevar su parloteo a las calles, continúan buscando el camino de la destrucción para expresar sus ideas, se creen con derecho a amedrentar a la población, a los conductores en las carreteras, a los transeúntes en las ciudades, a los moradores en sus casas; continúan con la vieja práctica de la movilización en las calles como medio para presionar al gobierno a que cumpla sus exigencias. No termino de entender qué derecho tienen ellos, que yo ciertamente no creo tenerlo, de salir a obstaculizar las carreteras; si a mi por bloquear una intersección me ponen una multa, ¿cómo pueden ellos llamar a caotizar el país sin enfrentar a la ley?

Señores de Pachakutik, vayan a parlotear a la Asamblea, donde están sus representantes. Busquen el cambio que desean desde ahí. Es una oportunidad histórica para dejar las viejas prácticas indígenas de sentirse oprimidos y explotar en las calles. Ahora forman parte del orden constituido en la Constitución.