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La reconstrucción de economías emergentes debe ser más verde

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"La pandemia nos ha obligado a detenernos y pensar en nuestro impacto sobre el planeta. Mediante la planificación de una recuperación verde, los gobiernos pueden ayudar a velar por que el coronavirus deje un legado positivo para las generaciones futuras"

Los confinamientos han ralentizado la propagación del coronavirus en muchos países, mas su impacto económico ha sido devastador. Como hay menos pasajeros que se desplazan a diario al trabajo, fábricas paralizadas y actividad limitada en la construcción, los estragos que los humanos causamos al medio ambiente se han evidenciado. En todo el mundo las personas están experimentando una revitalización de su entorno natural. Este “retorno de la naturaleza” demuestra que incluso en países de bajos ingresos, las políticas contundentes y la acción colectiva pueden transformar vidas en semanas. Los gobiernos deberían elaborar políticas para una recuperación pospandémica. Es comprensible que las medidas a corto plazo estén dirigidas a aliviar el dolor económico inmediato, pero para éxito a largo plazo es necesario abordar los problemas estructurales que avivaron la frustración pública mucho antes de la pandemia. Hace seis meses, las principales ciudades de América Latina y el Caribe atravesaron disturbios. Muchos factores desencadenaron protestas masivas aunque los temas recurrentes fueron las limitadas oportunidades laborales, deficiencia de infraestructura y servicios públicos, y degradación del medio ambiente. La devastación de la pandemia ha eclipsado temporalmente tales preocupaciones. Mas si dentro de un año sus vidas parecen desarrollarse como si se repitiera lo vivido en 2019, se justificará que en dichos países se cuestione que los responsables de la formulación de políticas no hayan atendido sus demandas mediante acciones concertadas. Además, la amenaza del cambio climático no ha disminuido. Si no se aborda, es inevitable una devastación futura. Los países en desarrollo tienen una oportunidad histórica de adaptar sus modelos económicos adoptando una “recuperación verde” basada en infraestructura sostenible en transporte, energía, saneamiento, logística y comunicaciones. Los ubicados en o cerca de los trópicos se ven desproporcionadamente afectados por inundaciones, sequías y huracanes asociados al cambio climático, aumento de temperaturas, previéndose que esto fomente más pandemias a futuro. Llegó el momento de proteger y restaurar humedales, reconstruir infraestructura costera, invertir en viviendas de bajo costo y sistemas de agua resistentes a shocks relacionados con el clima. Las inversiones para proteger y restaurar la rica biodiversidad de ecosistemas frágiles de los trópicos también generarían grandes beneficios. Además de almacenar carbono, los bosques tropicales son de vital importancia para pueblos indígenas y para el ecoturismo, lo que implica que la restauración de los hábitats naturales podría crear muchos puestos de trabajo. Podemos pagar por estos esfuerzos con una combinación de gasto público más inteligente e incentivos agresivos para inversión privada. Las economías emergentes también pueden recurrir a fuentes externas para financiar tales iniciativas: inversores en bonos verdes. ONG mundiales y gobiernos extranjeros pueden potencialmente poner a disposición miles de millones de dólares para proteger y restaurar hábitats naturales y los tenedores de deudas de países con restricciones fiscales podrían perdonar parte de dichas deudas para proteger la biodiversidad tropical.