Ian Bremmer: La carta ‘Trump’ de China

Xi aprovechó la cumbre de la OCS para presentar una alternativa multipolar al orden liderado por Occidente...
No deben confundirse las fotos del presidente chino Xi Jinping con Putin y Kim Jong-un durante el desfile del Día de la Victoria en Pekín con un nuevo orden mundial. Xi no lidera uno, pero está aprovechando el vacío de liderazgo global para posicionarse estratégicamente.
La verdadera noticia no fue el desfile militar, sino la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), la más grande desde su fundación en 2001. Allí, más de dos docenas de líderes -mayoritariamente de Asia y el Sur Global- mostraron su interés por alejarse de la dependencia estadounidense.
En este contexto de ‘mundo G-Zero’ -sin un líder global claro y con Estados Unidos percibido como impredecible y poco fiable-, la búsqueda de alternativas se vuelve prioritaria.
La imprevisibilidad puede ser táctica, como lo fue con Trump, cuya actitud llevó a fortalecer la OTAN. Sin embargo, la falta de fiabilidad genera el efecto opuesto: incluso los aliados buscan opciones para reducir su exposición a EE.UU.
Trump impuso aranceles, abandonó acuerdos y trató a aliados como rivales en negociaciones transaccionales. En respuesta, muchos países han hecho concesiones momentáneas, pero también están diversificándose hacia nuevas alianzas, rutas comerciales y redes financieras.
China, observando esta tendencia, se presenta como una alternativa más estable, apostando por el multilateralismo, la previsibilidad y la ‘no injerencia’. Su mensaje: nosotros mantenemos nuestros acuerdos; EE.UU., no.
Este enfoque no convence por una creencia en la benevolencia china, sino porque Xi representa, al menos por ahora, una opción más estable para quienes buscan reducir riesgos.
Durante la cumbre, Xi promovió una gobernanza multipolar, criticó el unilateralismo estadounidense y propuso nuevas estructuras como otro banco de desarrollo para transacciones en monedas nacionales.
India ejemplifica esta estrategia de diversificación. Aunque mantiene disputas con China, el primer ministro Narendra Modi asistió a la cumbre en un contexto de tensiones crecientes con EE.UU. India no busca reemplazar a EE.UU. como socio principal, pero sí reducir su dependencia. No respaldó la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lo que deja claro que su acercamiento a China es táctico y limitado.
A pesar de su éxito en convocar líderes, la OCS no es ni será una ‘OTAN china’.
Las diferencias internas -como las tensiones entre India y Pakistán o el recelo de Asia Central hacia Rusia- impiden una acción colectiva real.
China tiene más peso económico que diplomático, y sus ambiciones globales suelen superar su capacidad de ejecución. La OCS seguirá siendo visible, pero marginal en los grandes conflictos internacionales, como Ucrania o Gaza.
Sin embargo, iniciativas como bancos alternativos, acuerdos en monedas locales y cooperación Sur-Sur sí podrían marcar una diferencia a largo plazo. No transformarán el orden global de inmediato, pero harán más difícil depender exclusivamente de EE.UU.
A China le basta con ofrecer una alternativa estable.
Para Estados Unidos, la salida es clara: recuperar su fiabilidad. Sin eso, otros seguirán buscando opciones y el poder global continuará desplazándose hacia el Este.