¿De qué nos quejamos hoy?

Siempre hay algo que mejorar y eso es natural -y hasta positivo-. Pero, como dicen, todos los excesos son malos.
La comodidad de las redes sociales nos ha generado esa mala costumbre de quejarnos frente a un teléfono o a un computador, escribir lo que nos dé la gana y pensar que todo debe hacerse a nuestro modo. Desde casa, nos creemos con el derecho absoluto de exigir sin hacer nada más que tendencias. Y no me digan que es por la pandemia, porque Twitter lleva más de dos años siendo el desagüe de la inconformidad.
Siempre hay algo que mejorar y eso es natural -y hasta positivo-. Pero, como dicen, todos los excesos son malos.
Nos quejábamos cuando no había vacunas, sabiendo que el mundo entero estaba tratando de conseguirlas. Cuando las vacunas llegaron, había centros de vacunación vacíos a causa de las más descabelladas teorías de conspiración. Después nos quejábamos de las medidas del COE, que las aflojaban mucho, que habría un rebrote. Y cuando las medidas se ablandaban, llegaban los excesos.
Ahora no me digan que los ecuatorianos en Ucrania no quieren regresar porque Ecuador no les da garantías. Si alguien cree que lo que se vive en este país es comparable a vivir en medio de un conflicto bélico es porque jamás ha vivido uno. Y creo que este Gobierno tiene muchas fallas y asuntos pendientes con los ciudadanos, pero la gestión de la Cancillería ha sido rápida en un momento mundial dificilísimo.
Sacar a los ecuatorianos de la zona de conflicto es deber del Estado, sí. Traerlos de vuelta al país debe ser una de las opciones, claro. Pero atender peticiones caprichosas en las que se diluye la prioridad de estar vivo, no.
Ahora es cuando las protestas de redes sociales se activan, pero sin sentido común. Sería genial que preguntáramos con la misma fuerza, por ejemplo, dónde están los 9 millones para la seguridad, cuántos proyectos de ley ha gestionado la Asamblea, qué planea hacer el Gobierno con los 8 mil millones que hay en reserva…
Ya es hora de que seamos responsables como ciudadanos y como mandantes. Hay que elegir bien, y no solo de qué nos quejamos hoy.