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Concertación democrática

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No queremos improvisados, ni figuretes, ni pícaros disfrazados de santos varones. Estamos convencidos que las grandes mayorías piensan

Con la disolución de la Asamblea estuvo de acuerdo más del 80 % de la ciudadanía. El cansancio y la vergüenza de contar con un organismo lleno de ignorantes, corruptos e incapaces era tal que pedía a gritos que “todos se vayan”. El camino fue la muerte cruzada, institucionalizada con la Constitución de 2008. Con su aplicación vamos a tener un proceso eleccionario muy corto para elegir presidente de la República y asambleístas. Esta circunstancia tan especial debe servir para exigir a los movimientos políticos que tengan deseos de trabajar por el país, que presenten candidatos honestos, sin antecedentes mafiosos, con páginas de servicio al país en funciones públicas, hechos evidentes de haber peleado contra la corrupción enquistada en las altas esferas de poder. No queremos improvisados, ni figuretes, ni pícaros disfrazados de santos varones. Estamos convencidos de que las grandes mayorías piensan así pues están hastiadas de tanto relajo y farsa. Por eso es valiosa la posición de algunos sectores políticos que propician que se dejen de lado ambiciones enanas de índole personal para ir a una gran concertación democrática, con formulación de proyectos de gobierno coherentes, viables y positivos. Nada de demagogia. Es un minuto histórico de gran trascendencia y lo debemos aprovechar para no caer en manos de quienes anhelan el poder para imponer tesis superadas por la historia o contrarias a nuestra manera de pensar, y para formar coaliciones con países que han fracasado como Venezuela, Argentina, Nicaragua, entre otros de nuestro continente. Es hora de revivir la frase de los Tres mosqueteros: “uno para todos y todos para uno”; de trasmitir al mundo que Ecuador es como el corcho que no se hunde, de gritar a los cuatro vientos que el ecuatoriano no come cuento por mucho tiempo, que es optimista, sale de los inconvenientes que le presenta la vida con mayor pujanza y mayor orgullo de ser ecuatoriano. Que en definitiva es un pueblo dueño de su futuro. Debe por tanto exigir con energía al CNE que cumpla sus funciones con probidad. No aceptará nuevos apagones en medio del contaje de votos. Debe eliminar el contaje electrónico para que no se repita lo de febrero último, cuando se denunció un fraude y este organismo no se dio ni por enterado. Nunca más actitudes contrarias a la democracia.