Elecciones y reflexiones

Es necesario, si tanto daño nos hizo y/o hace la Constitución, reformarla o consultar si la cambiamos o no

El CNE dio el pitazo final y la carrera de los hombres locos por el poder arrancó. No hay ni planes de gobierno o de acción que alimenten la esperanza del pueblo, solo denuncias y peleas intestinas entre los candidatos, mientras el país entero navega por el mar de la incertidumbre, lo que obliga a reflexionar antes de que el lodo putrefacto de la corrupción arrase con todo. Nuestro país tiene mujeres valiosas, académicas honestas y verdaderas guerreras que pueden tomar las riendas del destino que queremos, pero… dónde están, sin contar con aquellas que usaron el poder para sus vicios personales. ¿Por qué no se mojan el poncho para librarnos de tantos varones que ostentaron sendos títulos académicos que luego guardaron en el armario para quedarse solo con el oficio de rateros y así usufructuar las arcas del Estado? La corrupción es el origen de todos los males que azotan a la república. Es necesario, si tanto daño nos hizo y/o hace la Constitución, reformarla o consultar si la cambiamos o no, y si esto no se puede hacer, ir directo a una Constituyente para comenzar desde cero, pero algo se debe hacer para terminar con el miedo. No más constitucionalistas amañados o jueces de papel, cerrar entes burocráticos o de alcahuetes al servicio del gobierno de turno. Lamentablemente, ningún candidato se libra de haber sido salpicado por la corrupción o de tener vínculos con los que dicen odiar. Necesitamos una dama de hierro, que se case con la nación; tal vez sea la solución para acabar con los traficantes de miseria.

Juan Idrovo Martínez