Cartas de lectores | No solo estudiantes, también médicos con experiencia

Conozco otros casos, pero sería muy largo enumerarlos

Soy hipertensa, más que nada emotiva; no puedo someterme a ninguna operación a menos que la anestesia sea para hipertensos. Me operé un ojo, de catarata. Le dije al médico que era hipertensa y que deseaba conversar con el médico que me iba a poner la anestesia. La operación fue un éxito; después de una hora me fui a mi casa. Necesité operarme el otro ojo y les dije a las enfermeras que le explicaran al anestesiólogo que era hipertensa; pensé que se lo habían dicho. Terminó la operación y al querer levantarme, las piernas se movían sin control de un lado para otro, me sentía muy mal: tenía la presión altísima.

Un familiar mío, joven, sano, casado y con dos hijas, quería operarse de la manga gástrica. El presidente Correa decía en televisión que en el hospital Teodoro Maldonado, del Seguro Social, él garantizaba esa operación, necesaria para no ser hipertenso ni diabético. Mi familiar era una persona con sobrepeso, pero no obeso. Iba a operarse con un médico particular que había intervenido a su hermano con éxito. Él se hizo los exámenes externamente que garantizaban una operación exitosa. El quirófano estaba infectado, no había los insumos necesarios; esa misma noche se abrieron las grapas y contrajo una bacteria mortal. Él y la familia confiaron en que había una sala para este tipo de operaciones, limpia; un quirófano especial para estas operaciones. Ni lo uno ni lo otro. Solo había una foto de Rafael Correa al ingreso del hospital, pero una carencia de aseo, habitaciones compartidas, colchones en mal estado. Al médico que operó debieron quitarle la licencia, que es lo que sucede en otros países.

Esta negligencia no solamente sucede, como dice la señorita Sara María Garaicoa Granizo en su artículo de Cartas de Lectores, con los alumnos de medicina y odontología que han sido reprobados. También está en la falta de previsión en médicos con experiencia. Conozco otros casos, pero sería muy largo enumerarlos.

Laura Esther Gómez Serrano