Cartas de lectores | Después del 4 a 0

Ni prensa, ni operadores digitales, ni analistas pueden ocultar que el país dio un aviso serio.

El Ecuador sigue, después del 4 a 0, con una resaca que ni el más pesimista del Gobierno imaginó, porque duele más perder cuando se creía tener el partido bajo control. El No ganó con claridad y envió un mensaje directo: la ciudadanía no votó contra las propuestas sino contra la gestión, los errores acumulados y la desconexión entre el Gobierno y la calle.

Primero, toca aceptar la realidad. Ni prensa, ni operadores digitales, ni analistas pueden ocultar que el país dio un aviso serio. No es un rechazo al rumbo general, que aún conserva un capital político relevante, sino a la percepción de improvisación en momentos críticos; un país en crisis no perdona titubeos.

Segundo, hay que cerrar heridas internas. El revés exhibió fracturas, decisiones mal comunicadas y exceso de confianza que terminó pasando factura al país. El Gobierno tiene tres años y medio por delante, pero solo será viable si entiende que la ciudadanía exige un Ejecutivo coordinado, disciplinado y capaz de corregir sin dramatismo.

Tercero, se debe reconfigurar la relación con la oposición de la Asamblea, aunque sea con agendas mínimas comunes. La política es así: en la derrota todos buscan culpables. El desafío es mantener la mayoría con eficacia legislativa, no con discursos ni cálculos electorales rumbo al 2027.

Cuarto, es clave recuperar la narrativa de liderazgo. El correísmo no ganó nada, pero sí espacio para victimizarse. El Gobierno no debe caer en confrontaciones vacías; el país está cansado de griteríos y alharacas. Se exige un presidente que ejecute y comunique mejor.

Quinto, lo más relevante: volver a conectar con la gente real. El 4 a 0 no lo hicieron redes sociales, sino barrios, mercados y trabajadores que sienten que su vida sigue cuesta arriba. No basta combatir al crimen: la ciudadanía debe sentir resultados en su día a día.

El Gobierno aún tiene una ventaja: tiempo. Tres años y medio para corregir, reconstruir confianza y demostrar que esta derrota no es un epitafio, sino un recordatorio. Si el presidente asume el 4 a 0 con humildad, podrá convertir el golpe en plataforma; si no, el costo será mayor.

Hay que gobernar con más corazón y estrategia social; con menos soberbia, menos épica y más resultados. El país no quiere un presidente invencible, sino uno efectivo, y esa tarea debía iniciar desde el mismo 16 de noviembre, después del 4 a 0.

Francesco Aycart C.