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Mariana Andrade
Mariana Andrade habla de una alianza con jóvenes emprendedores para mantener vivo el Ocho y Medio.Angelo Chamba

Mariana Andrade, el cine más allá del mall

La directora de Ocho y Medio, el emblemático cine de La Floresta, en Quito, reflexiona sobre los 21 años de la sala y la gestión cultural en Ecuador

Suena un martillo. El ruido de un taladro lo acompaña. En medio de un torbellino de tablas y aldabas metálicas, aparece Mariana Andrade, gestora cultural, productora y directora de Ocho y Medio, emblemático cine independiente de La Floresta, que hoy celebra sus veintiún años de vida con una remodelación intensiva.

Pasamos a la sala donde, pese al caos del exterior, pronto se proyectará Madres paralelas, de Pedro Almodóvar. Ni las obras detienen la función. Mariana cruza las piernas sobre una de las butacas y sonríe. “Abrimos nuestras puertas hace veintiún años, tres días después de la caída de las Torres Gemelas. Pensamos que estaba todo perdido, que la gente no vendría, pero llegó. Desde entonces hemos sobrevivido a ese inicio accidentado, a la fragilidad económica, a un terremoto y a una pandemia, un poquito de ruido no nos va a parar”.

En medio de una crisis para las salas de cine a nivel mundial, producto de la COVID-19, ¿cómo ha logrado Ocho y Medio salir adelante?

Con ayuda. Aplicamos a un fondo internacional en Alemania que surgió exactamente para apoyar la continuidad de espacios culturales afectados como el nuestro y felizmente lo ganamos. Nos permitió digitalizar la taquilla y adquirir equipos de ventilación y purificación de aire. Tuvimos la suerte de que nuestros aliados de la empresa privada y nuestro público no nos abandonaran.

Esta remodelación justo responde a eso. Yo puedo envejecer, aquí ves mis canas, pero Ocho y Medio no. Cumplimos veinte años, y ese ciclo terminó. Este es uno nuevo, que empieza con una alianza con emprendedores jóvenes, de la era del Instagram que tendrán un espacio aquí, y nos permitirán ofrecer nuevos servicios a nuestro público.

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¿Cómo ha ido cambiando en estos veintiún años?

Ha cambiado muchísimo. Cuando empezamos éramos un gran equipo de trabajo, veinte años más jóvenes, de gente que soñaba con conquistar ideales. Tener la primera sala de cine arte del país, tener nuestro propio periódico, y lo logramos. Siempre fue un proceso de lucha, pero sí lo logramos e incluso pudimos replicarlo en Guayaquil y en Manta un tiempo.

Esa década, la del 2000 al 2010, fue especial. Jóvenes que estudiaron en Argentina, en Cuba, en Europa, y regresaron a hacer cine en el país. Fue una época de cambios y nos sumamos a ella, aunque teníamos que hacer frente a situaciones como la piratería.

Hablando de cambios, uno del que poca gente sabe es que usted empezó su acercamiento con lo cultural en las artes escénicas y no el cine. ¿Cómo fue esa transformación?

En la década de los ochenta, si no eras militante de izquierda no estabas en nada. Era la época del surgimiento de las luchas feministas y yo era parte de un grupo de mujeres que estaba en esa militancia, cuestionando al Estado y al poder. Así se da mi acercamiento con el arte. Luego, felizmente, vino el desencanto.

De ahí, en los años noventa, me fui acercando a la producción cinematográfica, y con eso quiero decir que no era solo producción, sino logística y reacción, porque así era hacer cine en esa época.

¿No había apoyo?

No había nada.

Entonces, ¿cómo era producir una película en el Ecuador de los años noventa?

Cuando me preguntan si yo estudié cine, siempre contesto con otra pregunta: ¿a qué hora, pues?, si estaba ocupada haciendo cine. Era una época en la que aprendías haciendo. Nosotros teníamos nuestros propios recursos creativos y económicos porque no había apoyo de ningún tipo. No había fondos estatales, a duras penas auspicios. Había que inventarlo todo, y creo que fue una época en la que muchas mujeres nos abrimos paso, creando formas de producción y de difusión. El Ocho y Medio mismo es una gran obra de creación.

Mariana Andrade
Mariana Andrade habla de la manera en que se acercó al arte y a la producción de cine. Angelo Chamba

Hay quienes dicen que, si bien en los últimos diez años, cuando ya hubo fondos estatales, hubo más creación, pero también una dependencia en lo público. ¿Qué opina de esto?

Estoy totalmente de acuerdo. El Estado generó una esperanza con la creación de la Ley de Cine, pero también se generó una dependencia y con fondos muy pequeños. Lo peor es que aún existe, pese a que el fondo no ha crecido, sino que ha ido disminuyendo y el ministerio no tiene la capacidad de cambiar la situación de precariedad en la que vive y trabaja el sector cultural.

Y, sin embargo, usted también pasó por el sector público como secretaria de Cultura del Municipio de Quito…

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Para entender al sector cultural hay que pasar por el campo público. Desde ahí tienes una visión más amplia de cómo funciona el Estado, los problemas que existen desde su propia estructura y de la mirada del Estado hacia el sector cultural. Creo que me dio la capacidad de tener una mirada verdaderamente crítica de cómo funciona.

Hay quienes opinan que, al estar en un gobierno de derecha, y que la derecha es históricamente conservadora, la cultura va a estar peor en cuanto a fondos y apertura. ¿Qué opina?

Creo que da igual. No creo que tenga que ver con la derecha o la izquierda. En este momento, el plan de gobierno del presidente Lasso menciona las industrias culturales, pero el ministerio hace otra cosa y lanza programas que siguen siendo asistencialistas. De paso, el presupuesto de Cultura no ha crecido, al punto que los gestores ya no le damos importancia. La sensación de desesperanza es tal que, y esto suena terrible, en algún momento el ministerio podría desaparecer y no nos sorprenderíamos. Es un escenario triste y difícil.

Si se lo ofrecieran, ¿volvería al sector público?

(Ríe) Sí me lo han propuesto. Verás, yo creo que las personas que pasamos por el sector público atesoramos la experiencia y el aprendizaje. No podría decir totalmente que no, pero sigo creyendo que el sector independiente es el de mayor libertad.

Mariana Andrade
Mariana cuestiona la precariedad que se vive en el quehacer cultural del país. Angelo Chamba

Ocho y Medio siempre ha dado cabida al cine ecuatoriano, pero ¿considera que hay temas demasiado reiterativos en él?

Creo que tenemos una necesidad enorme de formación de guionistas, porque seguimos contando nuestras propias historias, nuestras propias biografías. Yo los respeto a todos, y creo que el cine ecuatoriano seguirá. A veces sí salen películas extremadamente controversiales como lo fue ‘Black Mama’ en su momento que te sacude la estética a la que estamos acostumbrados, pero yo respeto todas las propuestas.

Al momento, y hay que decirlo, la producción ha bajado muchísimo de lo que teníamos antes de la pandemia, pero seguimos creando.

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¿Cómo es la relación de Ocho y Medio con el barrio?

Desde que empezamos hasta ahora ha cambiado muchísimo. Empezamos como ‘Ocho y Medio, más allá del mall, y quizás se nos percibía como un poco ajenos al barrio, sin embargo desde 2015 somos ‘el cine de la Floresta’.

Tenemos una relación muy activa, muy cercana con el barrio. A veces con puntos de tensión, como toda relación, pero creo que hemos generado un punto de encuentro, que quizás en otros barrios habrían sido más difícil de lograr.

¿Qué opina de la relación que se hace en Quito entre La Floresta y los hipsters?

(ríe) La Floresta es un barrio cosmopolita y lo fue mucho antes de que llegáramos, con el Pobre Diablo, luego con el InCine. Aquí conviven en armonía la comida gourmet con los puestitos de tripas y menudo del Parque Navarro. Acá a Ocho y Medio vienen los boomers, los milenials, los hipsters, y todos han influido en el barrio y en lo que se consume aquí. Han transformado nuestro territorio. Creo que ese proceso es lo que nos dice que estamos vivos.

Mariana Andrade
La gestora cultural aprendió de cine en el camino, mientras trabajaba.Angelo Chamba

EN ÍNTIMO

¿Cuál fue la última película que la hizo llorar?

Berlin Alexanderplatz, de Burhan Qurbani.

¿Qué película ha visto más de diez veces?

El padrino. Este año cumple 50 años y Ocho y Medio la tiene en su cartelera.

¿Qué película ecuatoriana siente que todo el mundo debe ver?

Entre Marx y una mujer desnuda. Siento que es un retrato de mi generación.

¿Qué película considera un placer culposo?

¡Shrek!

¿Qué película no proyectaría jamás en Ocho y Medio?

Rápidos y furiosos, Los Avengers, eso. Jamás. Están prohibidas.

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¿Qué le diría a quienes se quejan de que no se pueden ingresar canguil a la sala de Ocho y Medio?

¡Que no! Y es que si estás comiendo canguil no te vas a concentrar en las sensaciones de lo que estás viendo. El cine es visual y auditivo, el canguil no tiene sitio ahí.

¿A qué director le habría gustado conocer?

A Federico Fellini. Por su película Ocho y Medio le pusimos el nombre a nuestro cine.

¿A qué ministro o ministra de Cultura le pasaría el carro encima?

A Paco Velasco y a Raúl Pérez Torres. Ellos son el símbolo de todo lo que ha estado mal en ese ministerio.

¿Qué película ecuatoriana le habría gustado producir?

La mala noche, de Gabriela Calvache.