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Hernán Vásquez, la batuta detrás de la Sinfónica Nacional

El director ejecutivo del principal ensamble del país habla sobre música, política pública, y sus esfuerzos por mantener a flote el presupuesto anual.

Hernán Vásquez
Hernán Vásquez afirma que el calendario de la Sinfónica Nacional alista más conciertos.Karina Defas

Una torre de papeles y notitas amarillas fosforescentes cubren la oficina de Hernán Vásquez, director ejecutivo de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador.

En la casona patrimonial que sirve como sede del ensamble, hay movimiento constante. Unos entran, otros salen; el teléfono no para de sonar. Y todo por ‘Raphael Sinfónico’, un recital que se pospuso exactamente dos años antes, justo al inicio de la pandemia, y que se retomó con bombos y platillos en el Coliseo General Rumiñahui.

¿Cómo se ve la agenda de la Sinfónica Nacional para el segundo trimestre del año? ¿Ya han retomado las actividades al 100 %?

Sí. Nosotros tuvimos la suerte de no enfrentarnos a restricciones tan estrictas como otros sectores de la cultura, y de que nos vacunamos pronto, entonces fue posible que regresáramos a los escenarios antes de lo previsto. Obviamente, estamos sujetos a las restricciones de aforo del COE nacional, pero al momento hemos estado llenando los conciertos de temporada, y tenemos una agenda con gran calidad. Además del Raphael Sinfónico, estamos alistando una función de Carmina Burana y un concierto de cámara.

¿La acogida del público ha sido la misma que tenían en 2019, antes de la pandemia?

Bueno, el tema del aforo no nos ha permitido volver a tener las salas llenas a un 100 %, pero la acogida ha sido muy buena. Para nosotros es una alegría, porque sentimos que el público nos extrañó tanto como nosotros a ellos, y creemos que hicimos una buena gestión previamente para que la gente aún venga a vernos tan ávidamente.

¿Qué lección les dejó el confinamiento como ensamble?

Que la tecnología no es solo para los celulares. El confinamiento nos agarró desprevenidos. No contábamos con equipos para transmitir en vivo, y tuvimos que aprender sobre la marcha. En ese proceso, nos dimos cuenta que el estar en línea no era solo una manera de continuar en los corazones del público, sino también de llegar a otras ciudades donde nunca nos habíamos presentado. Estamos adquiriendo equipos para continuar con las transmisiones virtuales.

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Sin embargo, los últimos dos años también han sido de recortes presupuestarios considerables para las entidades culturales. ¿Cómo se enfrenta a esto la Sinfónica?

Buscando auspicios. A nosotros también nos han afectado fuertemente los recortes, entonces gran parte de nuestra actividad se ha convertido en buscar auspicios con empresas privadas y en lograr la autogestión.

¿Y ha sido posible?

Sí. Logramos, por ejemplo, un auspicio con Casa de la Música, que está financiando un 40% de nuestra programación. También llegamos a acuerdos con el Teatro Sucre y el Teatro Capitol, que nos han apoyado con sus salas y nos han permitido bajar nuestros costos, y con la Unión de Embajadas. Continuaremos enfocándonos en estos convenios porque es lo que nos permite mantener nuestra calidad y continuar impulsando, además, a la Sinfónica Juvenil.

Uno de los logros de su gestión fue internacionalizar a la Sinfónica, llevarla fuera. ¿Eso es posible a corto plazo?

Seré sincero, a corto plazo no es posible. Tomará unos dos o tres años, pero ya estamos trabajando en ver cómo lo financiamos. Es sumamente importante que la Sinfónica salga del país, no solo para que se dé a conocer, sino porque en ese intercambio también aprendemos como músicos y regresamos con nuevas técnicas y nuevas ideas que podemos implementar.

Sin embargo, hay quienes dicen que la difusión de la música ecuatoriana, sinfónica pero también popular es nula. ¿Qué opina?

Que sin duda es una deuda pendiente tanto con los compositores actuales como con los del siglo veinte. No existe un programa que se dedique a difundir la música nacional en el exterior, y las orquestas lo hacemos a nuestra manera, pero debe haber más apoyo, discos, concursos; es algo que está pendiente.

Hernán Vásquez
El director sostiene que la institución ha tenido que recurrir a la empresa privada y a la autaogestión.Karina Defas

¿Cuál es el principal reto para la Sinfónica Nacional?

Incorporar la diversidad ecuatoriana a la música que hacemos. Tenemos una gran riqueza cultural, y si bien hemos podido ir incorporando elementos andinos y de la población afroecuatoriana al formato sinfónico, aún falta mucho por hacer.

¿Y en cuanto a la paridad de género? Ha habido críticas hacia la Sinfónica en ese campo…

Hemos avanzado muchísimo, pero obviamente aún buscamos una equidad total. La Sinfónica cuenta con mujeres a cargo de varias direcciones, entre ellas la dirección artística, así como solistas y artistas de gran calibre. No es perfecto, y no siento que hemos alcanzado aún un equilibrio, pero es una de nuestras metas para este y el próximo año.

PLACERES CULPOSOS

El director ejecutivo del principal ensamble del país habla sobre música, política pública, y sus esfuerzos por mantener a flote el presupuesto anual.

Su instrumento de base es el violonchelo, pero ¿la dirección ejecutiva de la Sinfónica le permite tiempo para ensayar?

No tanto como quisiera, pero sí toco el violonchelo cada vez que puedo.

¿Y qué toca?

Los clásicos sobre todo, y a Beethoven específicamente, porque me encanta.

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¿Y qué escucha mientras trabaja?

Honestamente, de todo un poco. Si bien, la música clásica es obligatoria, porque es parte de mi trabajo, también trato de mantenerme al día con los géneros populares.

¿O sea que a veces hay bachata o vallenato sonando en su oficina?

(Ríe) ¡Hay que estar actualizado!

¿Tiene algún placer culposo en lo musical?

La salsa. Lo hemos llevado a lo sinfónico, y es un género que gusta mucho, tanto que es parte de los conciertos que hacemos anualmente.

Hernán Vásquez
Afirma que pese a los esfuerzos, todavía no hay beneficios para los músicos del país.Karina Defas

Lo personal frente a lo público

¿Qué es lo más complejo de dirigir a este ensamble?

Que tenemos más de sesenta músicos entre los que hay norteamericanos, europeos, asiáticos, sudamericanos y ecuatorianos de varias regiones. Hay gran diversidad, lo que lo hace enriquecedor, pero a veces también bastante complejo, porque se la debe encaminar hacia un mismo modelo musical.

¿Alguna vez quiso tirar la toalla?

(Ríe) No. La música es un aprendizaje permanente y trato de tomarlo así, de aprender de mis errores y de los conflictos que surgen y seguir adelante.

Usted fue presidente de la Asociación de Profesores del Conservatorio Nacional de Música, vicepresidente de la Asociación Sinfónica Nacional. Cómo tal, ¿qué problemas siente que persisten en el manejo de la educación musical en el país?

Creo que el Estado sigue sin entender que un conservatorio en ningún caso puede ser tomado de la misma manera que un colegio, y que adicionalmente, debe haber una reforma en el ámbito educativo musical en cuanto a la conformación de profesionales, porque ya existen los mecanismos, pero no se aplican.

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¿Qué falla en la política pública?

Que no hay una comunicación fluida entre los operativos, como yo, y los mandos medios del Ministerio de Cultura y Patrimonio. Hay ministros que han tenido las mejores intenciones, pero que no han podido consolidar procesos que realmente beneficien a los músicos.

Pero, ¿cree que hay oportunidades locales para quienes estudian música? La tendencia es salir del país…

No, las oportunidades son limitadas, y no solo para los músicos sinfónicos, sino también para los populares. Tenemos una buena formación, pero eso no se ha traducido a lo laboral. Tiene que haber un camino claro hacia dónde se quiere ir, y eso no está trazado. No hay, por ejemplo, suficientes oportunidades o fondos para investigadores musicales, para arreglistas, para compositores, es una deuda muy grande.