En octubre escaló el discurso de seguridad que el Municipio de Samborondón trata de posicionar en redes sociales, tras una serie de reportajes que Diario EXPRESO publicó para visibilizar la problemática delincuencial en el cantón y el aumento del pago de una tasa de seguridad que en la práctica muchos cuestionan.

A ese discurso se suman voces externas, como la de Jan Topic, el excandidato a la Presidencia, quien el 9 de octubre anterior convocó a la sociedad civil para unir fuerzas con el alcalde Juan José Yúnez y trabajar voluntariamente en el “proyecto de seguridad más emblemático de la historia del Ecuador”.

El Cabildo ha destinado más de $ 10 millones en un sistema de videovigilancia y dispositivos de prevención en los últimos años. Hace poco la institución también incursionó en la contratación de una suerte de policía privada, a través de un concurso que ganó la empresa de seguridad Cajamarca.

Esta firma ha estado ligada a la familia Topic, de acuerdo con los registros de la Superintendencia de Compañías.

La adjudicación se realizó el 28 de agosto pasado por $ 119 mil, tras la descalificación de los otros dos oferentes.

El contrato no consta en el portal de Compras Públicas, como debería de ser, con corte al 9 de noviembre, pero en el resto de documentos se detalla que la prestación durará siete meses y que consiste en un servicio de 12 horas nocturnas de patrullaje, vigilancia, seguridad armada y seguridad móvil, de lunes a domingo, de 18:00 a 06:00.

Se dividió en dos grandes rutas a La Puntilla, cada una a cargo de un equipo móvil, como apoyo al trabajo de los carros del Plan Samborondón Seguro.

Para constatar ese trabajo alternativo al de la Policía Nacional, por la inversión destinada a Cajamarca y a ese plan, Diario EXPRESO realizó un recorrido de casi cuatro horas en La Puntilla y otras áreas de la parroquia.

El reloj marca casi la 01:00 del viernes 27 de octubre. La noche se agita con el paso de una caravana de motos y carros, de esas que le llaman rodadas y que muchas veces dejan una estela de ruido, pechos, espaldas y traseros desnudos, armas en mano: una anarquía vial.

Del otro lado de la carretera, la ven policías y vigilantes de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), cerca de la Plaza Bocca. Ellos cuidan que no haya disturbios en gasolineras, tiendas de conveniencia, etc.

Pasada la 01:00 un policía comenta que “no se los ve” a los carros de la empresa Cajamarca.

En cambio, un operador de una gasolinera cercana dice que sí pasan vehículos de esa compañía, aunque es difícil de distinguir si son las camionetas asignadas para ese fin o aquellas que dan el servicio a alguna urbanización de la zona.

La noche avanza. En tres horas, el equipo de este Diario registra cinco avistamientos de patrullas de la Policía Nacional -varias en un control para revisar carros particulares-, tres de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) y una del Plan Samborondón Seguro que operan policías municipales.

Esa camioneta del Cabildo parece que ejecuta un control de rutina en la vía de acceso a Ciudad Celeste, porque las balizas están encendidas. Sin embargo, desde el otro lado de la calle no se divisa a algún agente dentro o fuera del carro.

El equipo de este Diario se acerca. “¡Hola! ¡Jefe!”, se llama a la puerta del vehículo, pero no hay respuesta. Solo se ve a un agente dormido. No se cumple el servicio de patrullaje o de vigilancia en ese tramo, entre la 01:30 y las 02:00.

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A esa hora siguen abiertos ciertos locales, como una farmacia, y ciudadanos hacen uso de cajeros automáticos del sector.

Empieza a llover con más intensidad. Son pocos los vehículos que circulan por ese tramo.

En el retorno a la vía Samborondón, al pie de la Plaza Batán también hay una patrulla, pero de la Policía Nacional. El chofer está en una posición como si estuviera viendo algo por debajo del volante, aunque no se registra movimiento en el vehículo, con excepción de las luces.

Carros de diferente gama, alguno que otro sin placa, transitan la despejada vía. En ciertos puntos de La Puntilla aún hay ‘vida’, como en la zona de Los Arcos Plaza.

En frente de un auto Camaro amarillo está parqueada una patrulla de Cajamarca, como si estuviera custodiando la entrada a los restobares y discotecas de ese sector y áreas cercanas.

Uno de los dos guardias está recostado en la parte delantera del carro. Mientras que otro uniformado advierte la presencia del equipo de este Diario y pregunta por qué se realizan fotos del entorno, ya que, dice, a ciertas personas no les podría convenir que aparezcan en esas fotos por ser públicas.

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Este Diario solicitó una entrevista a la empresa de seguridad Cajamarca, a través de llamadas y correos electrónicos a inicios del mes, pero no se atendió el pedido.

Un joven que descansa en unas escalinatas de un edificio comenta que el dinero del pueblo debe ser invertido de forma eficiente, ante la consulta de este periódico sobre los recursos que destina el Cabildo al rubro de seguridad. No se extiende mucho. Varios amigos lo apuran y se va.

Mientras eso sucede, la camioneta de Cajamarca también parte, retoma su paso por la vía Samborondón.

Muchos cuerpos, algo danzantes, empiezan a salir de las discotecas. Se escucha que una botella de vidrio revienta en la calle. Son tres mujeres que avanzan a su carro.

Los guardias que cuidan los vehículos se alistan para recibir las monedas de sus clientes que en muchos casos prenden los motores y vuelan a casas particulares para continuar la fiesta.

El Camaro amarillo también aparece en la vía principal, donde ‘ruge’ para reclamar su espacio a velocidad.

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