El desabastecimiento ha generado que el costo de vida crezca en Galápagos. Ahora las islas encantadas sufren por la falta de buques, reagendamiento de sus llegadas y de dos a tres dólares más de lo habitual en alimentos.

La alcaldesa de la isla Santa Cruz, Fanny Uribe, reclama que la situación que ha generado aumento en los valores de alimentos y demás productos se da por la falta de un buque para poder transportar la mercadería solicitada.

“Tenemos solo dos barcos, el Fusion y Pioneer, navíos privados. Cuando antes también contábamos con el apoyo del buque que Transnave (Transportes Navieros Ecuatorianos) nos había otorgado, el cual no está operativo desde hace seis meses, pues este se incendió”, detalla Uribe la problemática que se vive.

Esto ha generado que la cantidad que antes se traía, de 10 mil toneladas, se reduzca a poco más de 6.000. Un aumento significativo para la población y sus distribuidores.

Lo que ha causado el retraso en envío de suministros, y para los proveedores, aumento del tiempo que tienen sus productos en Puerto Gal, y aumentando la inversión por cada día que permanecen en el puerto.

Ante esta situación, la burgomaestre ha solicitado en reiteradas ocasiones por el reemplazo del barco averiado.

Sin una respuesta clara, mucho menos una solución.

Uribe detalla que los proveedores por cada día que deben retener su mercadería son 200 dólares que deben pagar para mantenerla en el puerto.

Este almacenamiento de suministros ha repercutido al valor en que se venden los artículos en la isla.

Para los comerciantes como Betzabeth Vera, ante la falta de productos y llegada de estos mismos rubros con mayores precios, han subido de forma general, entre uno a tres dólares los costos de su mercancía para compensar sus gastos.

“Los huevos antes estaban a $ 4.50, ahora llegan hasta $ 8. Es inaudito lo que ocurre. Pero se entiende hasta cierto punto, porque los productos llegan más caros y los vendedores de la isla deben reponer lo que invierten, pero esto ha causado que muchos debamos comer menos carnes, menos todo, y solo vivir con lo mínimo”, reclama Merli Paredes, local de la isla.

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Los ciudadanos están al tanto que el turismo es de lo que vive la mayoría, pero exigen al gobierno que su enfoque no se limite a las necesidades del extranjero y también se priorice al ciudadano local.

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