A diario y en promedio 400.000 personas usan el sistema masivo de transporte urbano de Guayaquil, Metrovía. Todos los días, para cada uno de estos usuarios, la espera entre el arribo de las unidades a los andenes y la expectativa por un bus con espacio para embarcar converge en unos 60 minutos derrochados entre extensas filas para ir y regresar del trabajo.

“Espero hasta media hora cada día de la semana, sobre todo en la mañana, que es más concurrido. Hay muchos pasajeros; no hay tantas unidades y muchas de las que hay están dañadas o viejas”, cuenta Linda Saltos, usuaria de este medio de transporte inaugurado en 2006 en Guayaquil y emblema de las últimas administraciones locales.

EXPRESO hizo un sondeo a los usuarios de la ‘metro’, como comúnmente se conoce a este transporte, sobre la cantidad de tiempo que pierden entre el vaivén en los andenes, columnas de gente, apretones y empujones por ganar un espacio.

De las cien personas que participaron en la encuesta, vía digital, el 49 % aseguró que derrocha más de una hora sin contar el tiempo de viaje. Un 19 % dijo que la Metrovía le succiona de 30 a 60 minutos y el 32 % restante indicó que entre 20 a 40 minutos.

En un recorrido, EXPRESO constató que la cantidad mínima para esperar por un viaje en el sistema es de 15 minutos. Un tiempo impensable para usuarios de transportes masivos de primer mundo como Madrid o de ciudades vecinas evolucionadas en transportación, como Medellín, según explica el ingeniero Carlos Salvatierra, experto en transporte y movilidad.

Salvatierra, además, señala que esa espera tiene afectación en la calidad de vida de los usuarios, por el estrés, estar de pie o por el peso de la carga a bordo y que también repercute en la economía. Hace un cálculo: “Con 400.000 personas que se mueven por día en la Metrovía, si cada una destina una hora en gastar en esperas de las unidades, por $ 2,81 que es el valor mínimo de la hora de trabajo, es más de un millón cien mil dólares diarios que pierde la sociedad guayaquileña y que se podía aprovechar para la economía de la ciudad”, ejemplifica.

Explica que esa hora perdida debería ser cuantificada por la administración del transporte. “En otros países donde sí se le da la importancia a la economía del transporte, esta variable de valor-tiempo sí se cuantifica”.

Y es que el tiempo perdido, aunque de lo más valioso para los usuarios, es solo un perjuicio más del montón. Calor asfixiante, el ruido ensordecedor de algunos motores, falta de articulados, unidades obsoletas, desaseo y sobre todo el hacinamiento en los buses, son las quejas más frecuentes, de acuerdo al recorrido de este medio.

“Ahora también hasta el tejado del paso peatonal está desguazado. De la Metrovía no vale nada, no hay ni ventilación con esas ventanas chiquitas”, se queja Steven Peñafiel, otro usuario.

La pérdida de tiempo es una consecuencia más de la falta de oferta de este transporte público con carriles exclusivos, añade Salvatierra. Una falta de oferta, como la de renovar los buses vetustos y menos ruidosos, frente a la alta demanda de usuarios que aumenta año a año, dice el también experto en Movilidad y arquitecto, Jhonny Cóndor.

“Guayaquil crece mucho poblacionalmente en los últimos años, los pasajeros aumentan y la Metrovía empeora. Hay zonas en las que este sistema todavía no llega, como en Portete, parte del suburbio, donde construyeron las vías y las paradas y no llegó el servicio. Ya se debe trabajar en eso. Hay que darles mantenimiento a las vías de hormigón que construyeron para la Metrovía y a las capas de rodadura. Tenemos el parque automotor destruido y hay que recuperarlo”, rememora el analista.

La opinión ciudadana sobre la decadencia del sistema continúa, mientras no se refleja la cantidad de millones (unos seis millones en los tres primeros salvatajes) que le ha inyectado el Municipio de Guayaquil a este sistema de transporte en la mejora del servicio.

¿Cuáles son los planes de progreso para este año como climatizar y aumentar las unidades? Son las preguntas que hasta el cierre de este artículo la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) no respondió.

Salvatierra hace un llamado a más vigilancia de este sistema por parte de los organismos de control, sociedades civiles y diferentes observatorios.

“Existe poca transparencia en cuáles son los números rojos de la Metrovía. Si está recibiendo fondos públicos debe auditarse y ya son varios años consecutivos que este sistema está recibiendo una compensación económica. Debe vigilarse porque se está generando un incremento del malestar en la ciudadanía que se encuentra indefensa porque no hay otra oferta de transporte para las mismas rutas y los mismos recorridos”, acota.

Como ya lo había informado este Diario, tan solo en marzo pasado el Concejo Cantonal aprobó los últimos 8,3 millones de dólares, lo que se suma más de 14 millones de dólares para cubrir los gastos de operación del sistema. Presupuesto con los que esperan los usuarios y analizan los expertos, se debería manifestar en al menos evitar hacer perder el tiempo de los guayaquileños.