Otra inyección millonaria. El sistema de transporte masivo metrovía continúa tambaleando y, nuevamente, el Concejo Cantonal le arroja un salvavidas: 3,5 millones de dólares. Es el tercer salvataje con el que se pretende mantener con vida este modelo de transporte, al que le llueven críticas por no estar operativas las rutas alimentadoras al 100 %, al igual que parte de la flota, así como por el mal estado de algunas paradas.

La primera ayuda, aprobada a inicios de 2021, fue de $ 992.000, mientras que la segunda, de $ 1,6 millones, se la consintió en septiembre de ese mismo año.

La reciente ordenanza fue debatida en junio anterior y se la bautizó como ‘Fondo de sostenibilidad operativa por los estragos ocasionados por la COVID-19 por el periodo junio de 2021-abril de 2022’. El monto es de $ 3’586.923,88 y la autoridad dice que corresponde al “50 % de déficit entre la demanda y la oferta respecto al 2019”.

En el documento se precisa que el fondo saldrá de las arcas de la Empresa Pública Municipal de Tránsito y Movilidad. Es decir, de las multas por infracciones como invadir el carril exclusivo de la metrovía o por el incumplimiento de prohibiciones relacionadas con el uso del espacio público.

Este nuevo salvataje hizo reaccionar a más de uno en la mesa de sesiones del Concejo, incluida la alcaldesa Cynthia Viteri. Reconocieron que el sistema presenta falencias, pero de igual manera se aprobó la decisión con doce votos, por supuesto todos de ediles socialcristianos. Terry Álvarez se abstuvo, mientras que Héctor Vanegas y Lídice Aldas votaron en contra.

Entre otros argumentos, se alega que de las 342 unidades de la flota operativa del 2019 de la metrovía (entre articulados y alimentadores de las tres troncales), hoy están en funcionamiento 190. En otras palabras, cerca de la mitad no rueda.

En un recorrido por algunas paradas se comprobó que prevalecen las aglomeraciones y los daños en las estructuras; mientras que hay estaciones con las puertas dañadas o que ni siquiera las tienen, como el caso de la Juan Tanca Marengo, ubicada en la vía a Daule. Y es por estos motivos que decenas de usuarios cuestionan cuál será el beneficio que tendrán con las millonarias inyecciones.

“Es inaceptable que se invierta tanto dinero y que sigamos viajando en estas condiciones. ¿Qué garantías hay con tantos millones? Sinceramente, ni una, no veo cambios”, reclama Carmen García, residente de la Martha de Roldós.

Al universitario Rogelio Ibarra, en cambio, le molesta que los buses circulen con daños, lo que se evidencia en la demora de las unidades. “La metrovía va de mal en peor. Me causa sorpresa saber que con tantos millones nada mejora”, opina.

Bajo la mirada de expertos como el planificador urbano Luis Alfonso Saltos, el modelo de gestión de la metrovía ya no da para más. Califica como “capricho” el hecho de que el Municipio trate de mantener el proyecto. Puntualiza que sí es importante la movilidad masiva, pero la metrovía “deja mucho que desear”.

Ante esto, su propuesta es que tanto el Municipio como la ATM hagan un ‘mea culpa’, corrijan los errores y comiencen a generar acuerdos con los transportistas urbanos para reordenar las rutas, o que se integren en el sistema multimodal. “Pero no se puede seguir dando más dinero. Hay un doble discurso”, argumenta Saltos.

El experto en movilidad, transporte y ordenamiento Carlos Jiménez recuerda que con esta acción continúan los “parches”, algo que “será eterno” hasta que la autoridad haga un eficiente estudio de tránsito que permita estimar la cantidad de personas que suben y bajan, de buses, de paradas, entre otras variables. Y no solo en horas pico.

Es claro al subrayar que el sistema conceptualmente no está mal, pero apunta a la oferta y mezcla de usos de suelo. “Es aquí donde la Alcaldía, que controla los permisos, patentes, usos de suelo... debe ser aliado de los operadores de la metrovía, para asegurar pasajeros (...)”, acota.

Reconoce que “lo más triste” es que, por efectos del tráfico de vehículos particulares, los niveles de servicio se están “viendo afectados y al final los usuarios son los que sufren; se demoran más y viajan hacinados”.

Que Viteri defienda el salvataje para no subir el precio del pasaje (actualmente es de 30 centavos) es también cuestionado por los expertos.

Por ejemplo, Saltos remarca que esto no representa la realidad del costo de la movilidad urbana y que aceptar una eventual subida sería un “suicidio político”, sobre todo antes de las seccionales. “Pero este espejismo de salubridad económica del sistema de movilidad urbana es una avalancha que se caerá algún día”, advierte.

Por ahora, el salvataje va porque va, y los ciudadanos esperan la mejora del servicio; que la ayuda también vaya al usuario y no solo al sistema que se tambalea.