Cortados, desmantelados, corroídos, sucios o llenos de tizne. En esas condiciones se encuentran las pocas barandas de plástico que están a lo largo de la vía exclusiva de la Metrovía, que recorre la calle Sucre, centro de la ciudad, y cuyo sostén de hierro ha sido sustraído sistemáticamente.

En medio del ir y venir de transeúntes, las unidades de la ruta Metrobastión recorren el sector, dejando a su paso cortinas de humo negro que se esparcen a varios metros o ‘golpean’ directamente a la cara o al cuerpo de quien está cerca de estas.

Comerciantes, moradores y propietarios de locales culpan en gran parte de la situación a los denominados chamberos o consumidores de sustancias sujetas a fiscalización, a quienes han visto cortando o llevándose los fierros que sostienen las planchas de plástico, que fueron instaladas desde hace años para evitar ese contacto directo del esmog, especialmente desde la calle Tulcán hasta García Avilés, zona altamente comercial.

“Son los hacheros (consumidores de la droga hache o H) quienes se roban los hierros. Se roban los cables, los pelan, ¿para qué?, para su consumo de drogas”, cuenta el comerciante Óscar Arias, a quien ya no le sorprende lo que roban los consumidores de sustancias para sostener su vicio.

¿Qué medidas está tomando el Municipio para evitar esos robos y la afectación a la salud ciudadana, además de la reparación de los protectores?, fueron entre otras las preguntas que extendió EXPRESO a la Alcaldía Ciudadana, pero hasta el cierre de esta edición no se recibieron respuestas.

Arias considera que los protectores igual no impiden que se respire ese esmog que botan no solo las unidades de la Metrovía, sino muchos buses de transporte urbano.

“Uno siempre termina tragándose eso (el humo)”, añade Ashley Delgado, usuaria del sistema.

Casi todo el tramo que recorre de ida y vuelta, desde Tulcán hacia el centro, está sin las barandas. “Ya casi no queda nada. No se han llevado esas dos (señala a un vecino) porque el señor que vive ahí sale a reclamar cuando los ve (a los hacheros)...”, menciona el morador Jhon Ortiz, quien cree que el Municipio ya debe saber del tema, por las cámaras de seguridad que están en el sector.

Pedro Salas, también comerciante, concuerda en el perjuicio que genera ese esmog para la salud, que les llega directo no solo a ellos sino también a sus locales.

Y para evitar que se lleven el protector que cubre su negocio, del lado de la calle Sucre y avenida Del Ejército, Carlos Chacha ha debido amarrar y soldar las pocas varillas que han quedado. “Aquí los amarramos, en el resto se los han llevado”, recalca al añadir que esos robos han sido siempre. “Se llevaron primero los rieles de arriba, luego fierro por fierro. No sabemos ni cómo los cortan, pero son los chamberos los que se llevan”, sostiene.

Por el lado del Mercado Central, Enyer Alarcón, comerciante, cuenta otra situación. También han procedido a amarrar las barandas que están del lado de su comercial para evitar que se sigan cayendo a la vía, porque los fierros que las sostienen están corroídos por el tiempo. “Eso es peligroso, incluso hasta para los niños que se pueden    caer en esta zona que es muy comercial”, comenta al señalar que el humo afecta a su salud y a la mercadería (ropa) que venden. Con él coincide Jesús Bonilla, también comerciante, quien ha amarrado las barandas con ‘trapitos’, alambres y piolas para que no se caigan.

A unos metros, por las calles Lorenzo de Garaycoa, otra comerciante le echa la culpa a los chamberos del corte de los rieles. “Estos (planchas plásticas) les hemos ido a quitar y colocar para evitar el humo, eso nos afecta a la garganta”, contó la mujer. Tanto ella como Arias consideran que las autoridades ya deben poner un alto a esos robos que afectan a la ciudad. “Deben llevarlos (consumidores) a un centro de desintoxicación donde haya profesionales, no dejarlos salir hasta que estén mejor... y hacer que ellos mismos arreglen...”, proponen los comerciantes.