Ampayer sóftbol Guayaquil
No solo se dedican a arbitrar, sino que también trabajan el área física, pues sus partidos duran no menos de dos horas.Christian Vásconez / Expreso

Ampáyeres, clase olvidada del sóftbol

Estos jueces en Guayaquil buscan crear una comisión de arbitraje a nivel nacional, con el fin de que trabajen más coordinados y con respaldo

Cristhian Mora no quiere irse del sóftbol sin dejar un ‘granito más de arena’ en su desarrollo. En este deporte que lo apasiona desde su niñez, primero fue jugador, luego anotador de los puntos en los partidos y posteriormente entrenador. Hoy, a sus 47 años, es ampáyer de esta disciplina y está preocupado porque cuando decida retirarse no tendrá la posibilidad de acceder a una jubilación, para lo cual impulsa una solución.

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Él, junto a un grupo de 20 colegas que residen y trabajan en las diferentes competencias en Guayaquil, se unieron para organizar y crear una comisión de arbitraje de sóftbol nacional, con el objetivo de que los réferis del país sean coordinados para que puedan dirigir el mismo número de compromisos, tengan una remuneración económica fija y puedan seguir capacitándose sobre las reglas de la disciplina.

“Tengo amigos que toda su vida se dedicaron al arbitraje y ahora que tienen más de 50 años están en el olvido, sin dinero para poder comer. Por eso hemos querido darle un giro al arbitraje, porque acá no nos llegan instrucciones, ni manuales para actualizarnos; tenemos que buscarlos por nuestra cuenta. Queremos que se cree un colegio de arbitraje para que todos los compañeros tengan tranquilidad y se puedan retirar sin necesidades”, explica Mora.

Así como los réferis del fútbol ecuatoriano tienen su asociación, donde un juez central puede llegar a ganar mensualmente 1.100 dólares y los asistentes $ 900, los ampáyeres buscan tener los mismos beneficios.

Cristhian Morla (39) ha dedicado 12 años de su vida al arbitraje en el sóftbol. La actividad se convirtió en su única fuente de ingreso, aunque destaca que tiene que esperar que lo contraten los organizadores privados de los torneos; aún así las ganancias no son suficientes para vivir.

Ampayer sóftbol Guayaquil
En Guayaquil se realizan torneos de sóftbol de hombres y mujeres.Archivo

El fin de semana pasado lo designaron para dirigir en varios juegos de un torneo particular, sin embargo, no pudo ganar ‘billete’ porque en el Puerto Principal hubo mal tiempo y se cancelaron las jornadas.

“Hace 10 años estamos tocando la puerta al Ministerio de Deporte para que nos ayuden legalizando la asociación, pero siempre nos dicen que tenemos que volver a hacer los papeles porque falta algo. Como no somos un grupo constituido, no podemos exigir un mejor pago y nos tenemos que conformar con las cantidades que nos ofrecen. Si no fuera por los organizadores privados esta disciplina ni se jugaría en el país”, acota Morla.

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Para ser designados en los enfrentamientos, los árbitros están obligados a vestir la indumentaria oficial: una camisa celeste y un pantalón de tela azul marino, algo que les puede llegar a costar 80 dólares. Aparte, deben usar los implementos de protección: la careta, el peto del pecho y las canilleras, artículos que los consiguen en Estados Unidos y tienen un valor mínimo de $ 500.

Si quieren capacitarse, es otro gasto que sale de su bolsillo. “Nosotros tenemos que buscar todo. Para actualizarnos reunimos dinero entre todos para contratar a alguien. El año pasado pudimos traer al instructor Rafael Uribe, él nos capacitó y nos explicó los nuevos reglamentos durante dos semanas. Eso nos costó tres mil dólares; ahí la única que nos ayudó fue la Federación Ecuatoriana de Sóftbol”, revela Morla.

Los partidos de sóftbol en temporada regular duran máximo 2 horas. Pero los juegos en las etapas finales no tienen tiempo estimado, debido a que debe haber un ganador y se puede extender hasta que un equipo saque la ventaja.

En el caso del ampáyer Daniel Pita, quien es ingeniero en sistemas, en una ocasión estuvo arbitrando varios compromisos en el transcurso de 9 horas, un sacrificio que le toca realizar para no perder su única fuente de ingreso.

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“El sóftbol tiene mucha acogida actualmente, pero es más recreacional. Acá no hay suficientes torneos competitivos y no se preocupan por hacerlos. Lo que buscamos es que este deporte se profesionalice, así tenemos un mejor trabajo e impulsamos a que los niños se formen en esta disciplina. Nosotros estamos obligados a entrenar, porque a veces tenemos partidos de muchas horas y nos toca estar parados todo ese tiempo”, precisa Pita.

Norma Miño, de 36 años, también fue seleccionada ecuatoriana de sóftbol, anotadora en los juegos, entrenadora y ahora es ampáyer. Toda su vida ha estado involucrada a la disciplina y por eso busca que le den mayor importancia.

“Necesitamos un respaldo y unirnos como grupo, porque de manera individual no vamos a conseguir nada. Nosotros buscamos la profesionalización del deporte porque ha sido importante en Guayaquil. Queremos tener la misma participación, que todos tengamos un sueldo y no pasemos necesidades. A nivel de desarrollo, la llegada de los venezolanos está ayudando más al sóftbol que las mismas entidades públicas”, sentencia Miño.