Sociedad cautiva y centro extraviado

La sociedad siempre es base y fundamento del régimen democrático, la gobernabilidad y un programa sociopolítico que se piense desde ella y se haga para ella. Es sabido y reconocido que los proyectos democráticos no han sido de izquierda ni derecha. Nacieron desde el centro ideológico y político. Las evidencias de las grandes transformaciones que han marcado la historia del mundo lo demuestran: la inglesa (1642-1651), Norteamérica (1776), francesa (1789), guerras de independencia de Hispanoamérica (1808-1824) y procesos democráticos del mundo (1920-1960).

No hay razón histórica creíble de que mercadoristas y neoliberales dogmáticos hayan fortalecido la democracia, sus instituciones, la vida colectiva y la gobernanza. Tampoco la izquierda, que niega el mercado pero se manceba promiscuamente con el Estado y destruye la sociedad. Por estas dos vías se ha ido al totalitarismo.

Ecuador desde la crisis de la deuda externa (1982-2000) vivió la apoteosis del neoliberalismo, cuyo efecto fue la pauperización de las capas medias y la indigencia de los sectores populares (más de 90 indicadores sociales se deterioraron en 20 años). Con los forajidos (2005) se creyó que era tiempo de recuperar y reposicionar la centralidad de la sociedad. AP se presentó, en teoría, como esa posibilidad. Luego de 10 años de febril y aberrante estatismo solo hay una larga estela, profunda y putrefacta, de corrupción. Por eso la Fiscalía dice: “Glas recibió 1,3 % como comisión” (El Telégrafo. 10/11/2017). En los hechos, fue una pandilla de “izquierdistas light” y atracadores de fondos públicos que dejó una economía quebrada y al país saqueado. Lo que quedó es que el “capo di tutti capi” sigue libre con cinismo y extrañado por creyentes. Dejó eso que con exactitud Moreno dijo: “cualquier pendejada se llama revolución”. Pero la pendejada mayor que hicieron los mafiosos de la RC y su capo fue apresar la sociedad en el caudillismo despótico, así como los empresaurios voraces solo hablan del mercadorismo.

A la ciudadanía le toca salir del secuestro, recuperar protagonismo y votar al estiércol a mercadoristas y estatistas dogmáticos. ¿Lo podrá hacer el país? Esperemos que sí.