Seguridad climatica: llamen a los ingenieros

La Conferencia de NN. UU. sobre el Cambio Climático celebrada en Polonia consiguió elaborar un conjunto de reglas para implementar el acuerdo de París (2015) sobre el clima. Aunque todos los miembros de la ONU lo suscribieron, no bastará para evitar una catástrofe climática. Es hora de llamar a los ingenieros. Sin una transición veloz a un sistema energético global descarbonizado de aquí a mediados de siglo, la humanidad correrá un serio peligro. Estos últimos años millones de personas sufrieron los rigores de olas de calor extremas, sequías, inundaciones, potentes huracanes y devastadores incendios forestales, porque la temperatura de la Tierra ya está 1,1 °C por encima del promedio preindustrial. Si durante este siglo el calentamiento sube a más de 1,5 o 2 °C (niveles jamás experimentados en los 10.000 años de historia de la civilización humana) el mundo será mucho más peligroso. El acuerdo de París compromete a los gobiernos nacionales a “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir esfuerzos para limitar el aumento a 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales”. Ya tenemos reglas para medir emisiones de gases de efecto invernadero, compartir conocimiento práctico y medir transferencias financieras de países ricos a pobres. Faltan planes para cambiar el sistema energético mundial por uno basado en fuentes de energía renovables, de aquí a mediados de siglo. En 2017 hubo 41,8 millones de vuelos sin accidentes mortales en aviones de pasajeros. El buen funcionamiento del sistema de aviación civil se debe a que todos los países usan aeronaves fabricadas por unas pocas compañías internacionales y comparten procedimientos operativos estándar para navegación, control de tráfico aéreo, seguridad de aeropuertos y aviones, mantenimiento, seguros y otras operaciones. Similar coordinación existe en las transferencias interbancarias en dólares por $ 2,7 billones en forma totalmente rutinaria, usando protocolos bancarios y de comunicaciones estandarizados. Igual ocurre con miles de millones de llamadas móviles y comunicaciones por Internet. La escala y confiabilidad de estos sistemas tecnológicos de avanzada globalmente conectados son sorprendentes, y se basan en soluciones implementadas a nivel internacional, no país por país. Si los gobiernos pusieran al frente a los ingenieros, la transición a fuentes de energía renovables sería mucho más rápida. En 1961 el presidente John F. Kennedy llamó a los estadounidenses a llevar al hombre a la Luna y traerlo de vuelta sano y salvo antes del fin de la década. La NASA movilizó en poco tiempo a cientos de miles de ingenieros y expertos, y en julio de 1969 lo logró. Las soluciones descarbonizadas exceden los límites de cualquier país. Las fuentes de energía renovables más baratas y abundantes suelen estar muy lejos de los centros poblados, en desiertos y montañas, y mar adentro en el caso del viento. Habrá que transmitir esta energía a grandes distancias, cruzando fronteras nacionales, con líneas de transmisión de alto voltaje especiales. La Organización de Cooperación y Desarrollo para la Interconexión Energética Global (asociación mundial de instituciones y empresas de ingeniería formada en 2016 por la Corporación Estatal de la Red Eléctrica de China) ha explicado muy bien las ventajas de un sistema de transmisión internacional de larga distancia. La transformación energética es la misión a la Luna del siglo XXI. En septiembre los jefes de Estado volverán a reunirse en la ONU, los mejores ingenieros del mundo tendrían que estar allí.