
Sebastian Ligarde: “Interpretar casi siempre a villanos, fue un mecanismo de defensa”
El mexicano asegura estar cansado de las producciones rosa. Tiene una escuela en Miami, en la que se dedica a dar clases de actuación.
No fue la primera vez de Sebastián Ligarde, de 65 años, en Guayaquil. El actor mexicano de Quinceañera, Salomé y Olvidarte jamás trabajaba en Perú en 2004 y “tuve que venir para sellar un pasaporte. La ciudad está totalmente cambiada”, dice con admiración.
En esta nueva oportunidad vino a ofrecer talleres de actuación sobre la técnica Meisner. En Miami tiene una escuela que se llama como él. En este oficio comenzó sin experiencia y por ello viajó a Estados Unidos para estudiar, luego de la obra Los ojos del hombre y las cintas Supervivientes de los Andes y Longitud de guerra.
Hace 45 años sufrió parálisis facial por estrés y por no tener herramientas para trabajar. “Empecé a odiar la actuación, así que necesitaba prepararme. Estuve durante cuatro años en la Universidad de Austin, Texas. Cuando regresé, los mexicanos no me daban trabajo porque decían que tenía pinta de gringo. Entonces hice cine norteamericano en mi país.
Aproximadamente grabé 10 películas, hasta que Carla Estrada me llamó para Pobre juventud”, cuenta.
Generalmente interpreta roles de malvado. Es divertido, frontal, de expresivos ojos azules, le encantan los mariscos y aprovechó para comerlos durante su reciente visita.
No se lo ve en pantalla. ¿Se alejó totalmente de ella para dedicarse a enseñar?
Fui a Miami a hacer la telenovela Pecados ajenos (tras un año en Perú), trabajé en esa y en otras tres producciones. Nunca más regresé a vivir a México. De eso han pasado 15 años. Lo último que hice en Miami fue Demente criminal. Un día me dijeron que entrene a un grupo de actores jóvenes porque me habían visto en el set aconsejando, dando recomendaciones. Al principio me negué, pero me convencieron. En mi primer grupo de talentos estuvieron Julián Gil, William Levy, entre otros, que ahora son protagonistas. Descubrí que la pasión que siento por actuar la puedo canalizar enseñando. Yo doy las clases, ese es el éxito. Así he viajado a algunos lugares.
La TV vive una época de oro porque grandes directores, escritores y actores quieren estar en ella.
Estamos cansados de las producciones rosas. Cuántas décadas vamos a estar viendo esas historias, melodramas mal hechos y grabando 25 escenas diarias, sin ensayar, sin entender lo que decimos, solo con el apuntador para repetir los textos. Así no se puede hacer un buen trabajo. Las series han abierto una factura cinematográfica para la TV. Ya no queremos ver 160 capítulos de María, la del barrio, sino 13 o 15 al mismo tiempo en una serie. Esa televisión me interesa, por ello hice Demente criminal.
Su vida tiene harta tela que cortar. ¿Aceptaría que la cuenten en una bioserie?
La vida siempre es más interesante que la carrera. Viví con dos familias, en dos países. Tenía 14 años cuando en un internado horrible fui abusado sexualmente. En mi adolescencia pasé por muchas experiencias muy pesadas. Aprendí a ser mejor persona. Interpretar casi siempre a villanos, creo que fue un mecanismo de defensa, es mi lado oscuro. Fui un niño que sufrió bullying, agredido, no me entregaba al amor fácilmente. También fui acosado sexualmente con fines laborales.
¿Todo eso lo llevó a intentar suicidarse?
Tenía 17 años, caí en depresión porque vivía con un gran dolor, no podía hablar con nadie sobre lo que pasé en el internado. En ese entonces no se contaban las cosas.
“No se preocupen por el trasero ajeno”
¿Por temor a perder el trabajo no se declaró homosexual antes?
Antes de casarme me declaré homosexual en 2013. Nunca me importó, nunca fui tímido en lo referente a ese tema, no lo escondí a nivel personal ni laboral. Mis familiares, amigos y en Televisa lo sabían. Los ejecutivos de la empresa me dijeron que no podía hablar y tuve que llevar esa doble vida porque si no perdería a mis fans. Trabajé en ese canal 17 años, era actor exclusivo y debía hacer caso como si fuera un títere. Me pagaban bien. Había aprendido a vivir en el clóset. Con mi actual esposo, Jorge López, empecé la relación en 1991. Cuando surgieron los movimientos en pro de la legalización de relaciones gais en Estados Unidos, algunas figuras salieron del armario para apoyar que la Suprema Corte aprobara los matrimonios igualitarios. Entonces pensé que de algo iba a servir que hiciera lo mismo, pero lo más importante era proteger a Jorge. No se merecía que lo dejen sin nada en caso de que yo no estuviera.
¿Cómo se sintió luego de la confesión?
Totalmente liberado porque siempre me ha incomodado la mentira. No me agradaba vivir una mentira con el público, aparentar y presentar a Jorge como mi hermano. Nos parecemos físicamente y la gente siempre creyó que era un familiar.
¿Adoptarán?
Adoptaremos un chico, Luis, de 26 o 27 años. Es un mexicano que fue nuestro asistente en Chicago. Cuando cerramos la escuela y nos regresamos a Miami, estaba destrozado. Nos dijo que nunca había tenido un padre y que nos veía así. Con Jorge lo consideramos y decidimos adoptarlo. Aquello se dará cuando esté legalizado, cuando sea ciudadano. Es lo más cercano a un hijo. Ninguno de mis sobrinos se ha preocupado de mí como lo hace Luis.
En Ecuador, la Corte Constitucional acaba de aprobar el matrimonio igualitario
Lo triste es que se propague la división, la falta de respeto, el odio, la intolerancia, es algo que crece cada día. Un gay no tiene interés en acostarse con un heterosexual y ningún heterosexual con un gay. Entonces, por qué se preocupan por el trasero ajeno. No se escogen las preferencias sexuales; si yo hubiera podido, no sería gay, porque es vivir marginado y cuestionado. Los derechos civiles y los legales no tienen que ser exclusivos de los heterosexuales. Hay que respetar y ser tolerantes de las razas, clases sociales, preferencias sexuales y religiosas.
“Edith me comunicó la muerte de mi padre”
¿Está considerando ofertas laborales?
He audicionado para ciertas cadenas, incluso Televisa. No quiero regresar a las telenovelas, ya pasé por eso. No me interesa profesionalmente. La primera serie en la que participé fue Gabriel, amor inmortal, con Chayanne. Y la segunda, Demente criminal. No me quiero bajar de ese nivel. Cuando me retiré de la TV, me retiré de verla. También me cansé de ese mundo de dobles discursos. Tuve pocos amigos verdaderos, entre ellos Edith González.
¿Qué recuerda de su compañera en Salomé?
Los fines de semana volábamos aviones ultraligeros. Nos desconectábamos del mundo. Edith era muy inteligente, curiosa, intelectual y siempre buscaba la excelencia en su trabajo. Tenía hambre de aprender. Fue famosa desde los seis años. Lo que más recuerdo no es lo profesional. Fácilmente hicimos seis o siete películas y giras teatrales. Compartimos los momentos buenos y malos. Ella me comunicó la muerte de mi padre, Amedee, en 1991.
Niurka Marcos no se mordió la lengua para cuestionar a Edith luego de su muerte.
Creo que cada quien se busca la fama como puede. Hay quienes se desnudan, son vulgares y polémicas. Otras, dejando un legado, además dejan que su trabajo hable por ellas. Respeto que Niurka haga un circo de su vida, y si así se lleva a mucha gente entre piernas, es su decisión, pero también crea un karma. ¡Niurka, cuidado! Estoy en contra de las carreras que se manejan de esa manera.