Una ruptura anunciada

Desde cuando el presidente Moreno planteó el diálogo como un instrumento clave de su accionar político administrativo, era previsible que se daría una honda ruptura con algunos importantes dirigentes de Alianza PAIS que propiciaban y usufructuaban de un modelo orientado a la conducción totalitaria de la República.

Cabe especificar: ruptura con importantes dirigentes de Alianza PAIS, pero no con el partido Alianza PAIS, que según parece adhiere mayoritariamente a quien, por lo demás, lo preside y necesita.

Hoy, cuando esa ruptura es manifiesta, no cabe duda que la precipitó la voluntad del presidente Moreno de, volviendo al espíritu de Montecristi, poner en manos de la voluntad popular la decisión de terminar con la reelección indefinida que el sector que responde al anterior gobierno consideró un hito fundamental en su afán de perpetuarse en el ejercicio del poder.

En cuanto a la decisión de combatir la corrupción y perseguir judicialmente a quienes hicieron de ella otro instrumento de su acción gubernativa, aunque los resentimientos son evidentes con lo actuado en relación al vicepresidente Glas, no parece ser ello un factor de mayor incidencia en la ruptura. Sospechosos de comportamientos no suficientemente transparentados están en ambos lados de la contienda en Alianza PAIS.

Lo que sí es evidente es que pronto el sector que aparece liderado por la vicepresidente Vicuña contará con un bloque del tamaño requerido para, con acuerdos intraparlamentarios, lograr mayorías imprescindibles para pasos trascendentes e imperativos hasta ahora bloqueados, tales como la instauración de juicios políticos.

Así las cosas, es de esperar que una vez consolidado su frente político, aunque sin duda sustentado en mayorías móviles, y presuponiendo que la oposición cumplirá lúcidamente sus roles, la lucha contra la corrupción cobrará la fuerza requerida frente a la magnitud de lo que se debe juzgar y sancionar, dado que ya no tendrá justificación alguna para no actuar como el país espera.

Sin duda, la victoria que parece haber alcanzado en la pugna interna el sector liderado por el presidente Moreno, le abre camino en su voluntad de estabilizar la vida democrática del Ecuador y entrar decididamente a enderezar los entuertos de una economía en que, definitivamente, no quedó la mesa servida.