El riesgo de ser sacerdote en Mexico

Ser cura puede ser una profesión de alto riesgo. Al menos en México donde, en los últimos diez años, 36 sacerdotes han sido asesinados por el crimen organizado, convirtiendo el país que visita el papa en el más peligroso para los religiosos de América Latina.

El último de la lista fue el padre Erasmo Pliego de Jesús, cuyo cuerpo calcinado fue encontrado en noviembre en Puebla, uno de los estados más devotos del país. Unos meses antes, en abril, el padre Francisco Javier Gutiérrez también apareció muerto con un tiro en la cabeza en Guanajuato.

“Te vamos a matar”, le mandaron a decir al padre Alejandro Solalinde, fundador de un albergue de migrantes en Oaxaca, que vive bajo medidas cautelares dictadas por la CIDH desde 2010 y tuvo que salir temporalmente de México en 2012 tras recibir amenazas.

“Una de ellas ya le ponía inclusive precio a mi cabeza. Daban 5 millones de pesos (unos $ 400.000 de la época) por matarme”, recuerda el aguerrido sacerdote de 70 años, que ahora es acompañado día y noche por cuatro guardias de seguridad y su albergue ‘Hermanos en el camino’ está rodeado de mallas y policías.

Pero es en zonas rojas como Guerrero o Michoacán donde los curas son más amenazados.

El papa hará parada el martes en la capital de Michoacán, donde el conflicto entre el cartel de los ‘Caballeros Templarios’ y las autodefensas hizo que el obispo de Apatzingán, Miguel Patiño, tuviera que ser resguardado por las autoridades ante un supuesto ataque inminente en 2013 y el vicario de esa misma ciudad, el padre Gregorio López ‘Goyo’, diera misa con chaleco antibalas. AFP