Pagliacci y su prologo

En el corto Preludio, Leoncavallo nos presenta los pocos pero importantes “leitmotivs” de esta ópera (payasos, dolor, amor, amenaza). Luego nos trae a un personaje que exclama: “Yo soy el Prólogo”, quien será el que nos explique las características fundamentales de la corriente artística a la que pertenece la ópera. Pagliacci es la ópera emblemática del verismo.

“Me envía el autor, pero no para deciros que las lágrimas que vais a ver en escena son falsas y que no os alarméis, tal como se avisaba antiguamente, sino para deciros todo lo contrario... El autor ha querido presentaros un trozo de vida”. Por lo tanto, nos dice que lo que vamos a ver ahora es real, es verdad, es la vida. Y continúa: “La única máxima que ha tenido el artista es que él es un hombre y que debe escribir para los hombres. Por eso se ha inspirado en la realidad”.

Y, a partir de aquí, la música del aria cambia. Se vuelve un poco más dulce y más tierna. Se explica que al autor se le ocurrió escribir esta historia porque cuando era joven vivió una situación parecida a la que se cuenta en Pagliacci, demostrando al público que lo que van a ver es real, porque si el autor lo ha vivido, es que ha sucedido. No es fruto de su imaginación.

Y no solamente dice eso, añade también que mientras Leoncavallo recordaba, el autor no usó tinta para escribir, sino que lo hacía con lágrimas y hasta el tempo de la música venía marcado por sus sollozos. Con toda esta preparación, al público le queda muy claro que en cuanto se levante el telón van a caer cuchillos de punta. El aria prosigue anunciando: “Vais a ver amar como se aman los seres humanos. Vais a ver los tristes frutos del odio... Veréis los espasmos del dolor, oiréis gritos de rabia y risas cínicas”.

El Prólogo termina pidiendo al público que se olvide de la ropa de actores que llevan los cantantes y que considere que los que van a actuar son personas de carne y hueso, que respiran el mismo aire que ellos. (Una vez más, la identificación entre realidad y ficción). Finalmente, después de decir todo esto, el Prólogo exclama: “¡incominciate!”, y sale de escena.