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Madrid. Un niño con mascarilla, el pasado sábado en el Paseo de la Castellana, en la capital española.EFE

Los niños, con menos receptores para que entre el virus en la nariz

Investigadores estadounidenses apuntan a que los menores sufren menos la COVID-19 Pero sí preocupa el estrés que genera en ellos el confinamiento

Los datos son tozudos. Semana a semana, los informes sobre la COVID-19 de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Renave) cambiaban en términos absolutos -subía el número de diagnosticados, de muertos, de ingresados en hospitales y en UCI-, pero hay un valor constante: los menores de 15 años, que son el 13,5 % de la población española, apenas representan el 0,55 % de los diagnósticos, mientras que los de 70 años en adelante (el 15,5 % de la población) cargan con el 27 % de las infecciones (siempre de acuerdo a las pruebas PCR).

Un ensayo que acaba de publicar Jama, la revista de la Asociación Americana de Medicina, encuentra una posible explicación: las células que recubren el interior de la nariz de los niños, las primeras con las que se tropieza el virus, tienen una menor cantidad de receptores ECA-2, las puertas de entrada del COVID-19 en el organismo, que los mayores. El trabajo, uno de los primeros que intenta encontrar una explicación a la protección aparente de los menores, demuestra que con la edad la proporción de estos receptores aumenta.

Vacunas contra el coronavirus. Imagen de stock de Pixabay. 21 de mayo de 2020.

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El trabajo ha utilizado 305 muestras de tejido nasal conservadas en el instituto de investigación asociado al Hospital Monte Sinaí de Nueva York tomadas entre 2015 y 2018 a personas de entre 4 y 60 años. Los propios autores admiten que el rango de edades es una limitación, porque no hay personas más mayores, que son el grupo más afectado por el coronavirus.

La razón por la que entre los niños hay menos casos de coronavirus y la infección suele ser muy suave se desconoce, dice Cristina Calvo Rey, portavoz de la Asociación Española de Pediatría, quien cree que esta explicación es muy plausible. “Nos lo hemos planteado muchas veces y este estudio es uno de los que podría perfectamente contribuir a aclararlo”, opina. Sin embargo, “probablemente el motivo sea multifactorial”, señala.

Entre las posibles explicaciones que se han sopesado, está “que los niños están muy acostumbrados al contacto con virus, como los otros coronavirus o enterovirus, y pueden haber desarrollado algún tipo de inmunidad cruzada” (la que se genera como respuesta a un patógeno pero sirve contra otros), dice la pediatra.

Cristóbal Coronel, de la Sociedad Española de Pediatría de Atención Primaria (Sepeap), coincide: “Hay que tener en cuenta que la mayoría de los cuadros catarrales de los niños, los más frecuentes, los produce un coronavirus”. “Se está haciendo tanto trabajo y tanta investigación que espero que en no mucho tiempo tengamos respuestas”, opina Calvo Rey.

Otro motivo por el que es posible que el número de niños afectados sea tan bajo es “porque apenas se les han hecho pruebas”, comenta Coronel. “Hasta hace una semana no eran accesibles, y como la mayoría de los casos eran leves o asintomáticos los mandábamos a casa sin más”.

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No solo la afectación de los niños ha sido distinta a la de los adultos. También han manifestado algunas complicaciones diferentes. “En general han tenido cuadros mucho más leves y mucho menos frecuentes”, dice Calvo Rey. “Desde el principio vimos síntomas muy leves y muchos asintomáticos”, añade. Entre los problemas aparejados están los cutáneos, que también se han visto en los adultos.

Coronel alerta de otros problemas de salud que ve asociados al confinamiento y que sí le preocupan. “Vemos problemas de sueño, de ansiedad -sobre todo en adolescentes-. Niños a los que les hemos metido en la cabeza el miedo al bicho y no quieren salir a la calle. Estamos generando una patología que a lo mejor no existía”.

INCLUIDOS EN LOS ENSAYOS PARA VACUNA

La Universidad de Oxford (Inglaterra) anunció que incluirá a niños y ancianos entre los más de 10.000 voluntarios que empezó a reclutar para la segunda fase de ensayos clínicos en humanos de su vacuna contra el coronavirus.

El rango de edad de las personas a las que se les administrará la vacuna en prueba se amplía así respecto a la primera fase, para incluir a los grupos de 56-69 años, personas de más de 70 años y de entre 5 y 12 años.

La reputada universidad inició en abril la primera fase de ensayos clínicos, con voluntarios sanos de entre 18 y 55 años, en la que se administraron más de 1.000 vacunas y cuyo seguimiento está en curso.