Un mundo sin colores

Indudablemente que la diversidad de colores que existe desde que el mundo es mundo permite no solo darle a los seres, a los objetos, a los elementos de la naturaleza su característica especial. Imagínense ustedes, queridos y pacientes lectores, que primara solamente una tonalidad en este universo en el que nos ha tocado vivir. Es decir que nada fuera verde, rojo, azul o concho de vino. No solo que nos moriríamos de aburrimiento sino que no sabríamos distinguir lo uno de lo otro, andando perpetuamente en una trágica confusión. Así, además, los artistas plásticos, pintores sobre todo, estarían de más en el colectivo humano y tal vez solo podríamos apreciar para beneplácito de nuestra vista y sensibilidad creaciones artísticas a través de la escultura o el dibujo. Y en cuanto a la cinematografía, nos habríamos quedado para siempre en las realizaciones del séptimo arte en blanco y negro. No se hablaría del color sangriento del líquido que recorre nuestra venas. Ni del azul de las grandes extensiones del cielo o del mar “que une y separa”. O del amarillo que caracteriza a ese metal de las fortunas que es el oro. Y no hablaríamos de la perpetua gloria de los Velázquez, los Picasso, los Guayasamín. Viviríamos, pues, en un mundo simple y acromático, esto es entre lo claro de las mañanas y lo oscuro de las noches o de las sombras que siempre nos pisan los talones. Por supuesto, no existiría en las escuelas de bellas artes la cátedra de pintura. Y, además, nos privaríamos de asistir a las exposiciones en las cuales pueden presentarse los mismos cuadros abstractos, surrealistas, realistas o de cualesquiera de las otras tendencias que inventan los artistas.

Este tema, que a muchos parecerá intrascendente y digno de caer en el vacío, se me ocurrió al leer en la página de información internacional de nuestro diario la noticia de un hombre, Abu Zakkour, que en un país lejano anda siempre “vestido de amarillo, de pies a cabeza y forma parte del paisaje de Alepo, la ciudad del norte de Siria conocida por su ciudadela medieval, que se presenta siempre así desde 1983 y que todas las cosas que usa son del mismo color”. Monótono, desde un punto de vista cromático... ¿no es verdad?