El trabajo de las mujeres

reducir la brecha de géneros puede traer enormes beneficios económicos. Según McKinsey Global Institute (MGI), si cada gobierno ayudara a sus ciudadanos a alcanzar el nivel de igualdad de género del país de su región que más avanzó en ese tema, el incremento total del PIB en un año podría llegar a 12 billones de dólares en 2025. La igualdad de género también es un imperativo moral, reconocido como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las NN. UU., adoptados por 193 países en 2015. Además del beneficio económico adicional, invertir en las mujeres y las niñas puede transformar para mejor millones de vidas. Entonces, ¿cómo hacer realidad estos inmensos beneficios? Logrando la igualdad de género económica y la de género social juntas. Para ello se debe mejorar el acceso a servicios esenciales como la educación y la planificación familiar. El MGI estima que la inversión anual adicional necesaria en 2025 para entregar los servicios esenciales a quienes los necesitan sería entre 1,5 y 2 billones de dólares (en 2014 la inversión en esos servicios fue de alrededor de 6,3 billones de dólares). Es decir, la mejora económica potencial en 2025 sería entre 6 y 8 veces la inversión necesaria.

Hay seis áreas (educación, planificación familiar, salud materna, inclusión financiera, inclusión digital y asistencia para la atención familiar no remunerada) donde una mejora del acceso a servicios esenciales puede liberar el potencial económico de las mujeres y ayudar a cumplir las metas de igualdad de género de los ODS. La asistencia para la atención familiar no remunerada es una de las áreas con mayor potencial mundial, pero también hay amplio margen para hacer mejoras en inclusión financiera y digital en el sur de Asia, y el África subsahariana tiene necesidad imperiosa de hacer avances en salud materna. Para no apartarse de la senda de los ODS, hay que aumentar las cifras de inscripción escolar en 58 millones de niñas y 60 millones de niños; dar acceso a servicios financieros formales a unos 224 millones de mujeres que hoy no lo tienen, para terminar de eliminar la disparidad entre géneros; y mejorar el acceso a agua potable de unos 445 millones de personas. El cumplimiento efectivo de esta ambiciosa agenda no será posible sin una acción concertada de los gobiernos con el sector privado y las ONG. En cuanto a la planificación familiar y la salud materna, las prioridades son aumentar la cantidad de trabajadores sanitarios y desarrollar servicios de emergencia y salud materna en áreas rurales.

Las tecnologías digitales pueden ayudar a más mujeres a obtener acceso a servicios financieros, pero solo si los países amplían sus infraestructuras y ayudan a mejorar el alfabetismo digital y financiero. Estas medidas no serán gratuitas; pero el MGI determinó que en el 60% de los países, los fondos necesarios se pueden generar con los impuestos al PIB adicional que se lograría al empoderar a las mujeres. Allí donde esto no sea posible, se puede apelar a la inversión privada.

Hay motivos para el optimismo. Muchos países en desarrollo, entre ellos India, están en un punto de inflexión: un veloz achicamiento de las divergencias entre géneros trae consigo la promesa de enormes mejoras en las perspectivas económicas de las mujeres. Tenemos un incentivo de 12 billones de dólares para acelerar el progreso.

Project Syndicate