Comercio. En medio del tráfico, una motera intenta vender su producto para llevar el sustento diario a su familia.

El mote, un plato serrano que se afinco en Guayaquil

Las moteras se han convertido en un personaje de la gastronomía en la urbe. Recorren parques y plazas con canastas en mano dispuestas a servir a sus clientes.

En Guayaquil, una ciudad puerto y ubicada a nivel del mar, la preferencia de los comensales se dirige a los platos que contengan mariscos o productos que provengan de la zona. Sin embargo hay preparaciones de la Sierra que son muy apetecidas en la urbe huancavilca.

Las ‘moteras’ se han convertido en personajes típicos por todos los sectores de la ciudad, portando sus granos y salsas en una canasta. Su clientela incluye un amplio sector de comensales que se inclinan por este tipo de comidas tradicionales en los pueblos andinos.

Llevan dos grandes canastas con mote, mellocos, papas, habas, choclos, junto con huevo duro y el infaltable aderezo de maní, ají y salsa de cebolla, además de maíz tostado y chancho en trozos. Es lo que ofertan las interioranas a sus clientes.

En una típica imagen andina, colocan en ellas los productos que forran con plástico y manteles blancos para que no se enfríen pronto y estén libres de polvo.

Inés Samaquiza Tubón proviene de la comunidad Paz San Fernando, de Ambato. Llegó a Guayaquil y se dedicó a vender cigarrillos. Luego la actividad de vender mote la aprendió de su cuñada y la eligió como su modus vivendi. Estas mujeres trabajadoras incansables vienen generalmente de comunidades ambateñas, como Santa Rosa y Pilaguin, o desde Riobamba y Guaranda.

Inés, de baja estatura, luciendo sus típicas trenzas y su delantal blanco, sale a recorrer las calles de Guayaquil desde las 07:00 en compañía de su cuñada y otras vecinas dedicadas a la misma labor. Ellas no utilizan anaco. Consideran que las que lo usan son de Riobamba. “Ellas visiten en sus comunidades al igual que los indígenas”, manifiesta Samaquiza. “Son muy pocas las riobambeñas que venden mote, esa actividad es de las comunidades aledañas a Ambato”, agregó.

El mote lo dejan cocinado durante toda noche. Es un grano que necesita bastante cocción. A las 5:00 preparan el resto de los granos. Lo hacen a diario por higiene, “nunca doy algo guardado, pues perdería clientes”, comentó María de la Cruz, vendedora ambulante oriunda de la comunidad de Santa Rosa de Ambato

Ya es tradición verlas por las calles céntricas de Guayaquil. Se ubican en las afueras de los colegios y otros sitios con mucha afluencia de gente.

Pocos guayaquileños o visitantes asentados en el Puerto Principal se han privado de saborear este potaje, que ahora se puede adquirir en funditas plásticas desde un dólar.

La cifra

32.346 Indígenas residen en el cantón Guayaquil, según Censo de Población y Vivienda 2010 del INEC.

Para saber

Salud

Después de disfrutar del tradicional platillo, los comensales comen otros productos como yogur o jugo de tamarindo, lo que les hace daño y asumen, según Inés, que es porque ellas venden un producto malo o dañado.

Asociación

Las vendedoras ambulantes no cuentan con una institución que las respalde. María de la Cruz, comerciante ambulante, solicita a las autoridades competentes que les faciliten un lugar (quioscos) donde poder expender sus productos.

Estrategia

En medio del acecho de los policías metropolitanos, decidieron buscar un lugar estratégico en las afueras de una de las facultades de la Universidad de Guayaquil. Sin embargo también son molestadas por los guardias de esa institución.