Una mejor movilidad

Desde que empecé a escribir temas sobre Guayaquil, hace aproximadamente un año y medio, me encontré con académicos y expertos que hablaban de la necesidad de que la administración municipal haga importantes mejoras en el tema de la movilidad.

Transporte público eficiente, peatonalización de algunas calles del centro y conexiones entre buses locales e intercantonales con la Metrovía eran algunas de las propuestas para disminuir el tráfico que publicamos y que incluso fueron presentadas al Cabildo como parte de los proyectos para el Bicentenario.

Pero esas soluciones parecían un poco utópicas para una joven que había vivido los peores momentos del transporte público en Guayaquil y que había preferido gastar 200 dólares mensuales en taxis antes que tomar dos buses y una metrovía para llegar una hora y media después a su trabajo ubicado en el norte de la ciudad.

Pese a las mejoras de los últimos años, el panorama no cambiaba mucho y sentía que no estábamos preparados para recorrer el centro caminando o tomando bus todo el tiempo por miedo a los asaltos.

Ahora veo todo con claridad porque lo estoy viviendo: la seguridad va de la mano con el empoderamiento de los barrios y la necesidad de desplazamiento de los ciudadanos. Y no necesariamente me refiero a que los vecinos decidan tomar el control de todo —porque si algo me enseñó el tiempo que hice temas comunitarios es que poco caso se le hace a las propuestas vecinales— sino más bien a formar pequeños centros en cada barrio. Es decir, que los que vivimos en Samanes no tengamos la necesidad de ir a La Alborada para hacer un trámite bancario o cualquier otra cosa, sino que podamos hacerlo en nuestra propia ciudadela y llegar caminando.

El 1 de diciembre, la Alcaldía de la capital española puso en funcionamiento un nuevo plan de movilidad denominado Madrid Central, que tiene como objetivo principal disminuir un 40% de las emisiones de dióxido de nitrógeno, un contaminante ambiental. Pero también elimina el tráfico de paso por el centro de la ciudad, dando prioridad a los peatones, bicicletas y transporte público. Además, la Gran Vía (su 9 de Octubre) fue peatonizada, tal como se propone en Guayaquil.

Este proyecto ha sido un gran avance pues obliga a las personas a dejar su vehículo en casa y usar buses o metro para luego recorrer el centro turístico a pie.

Desde mi departamento hasta la Gran Vía hay 1.2 kilómetros de distancia. En bus llego en 16 minutos, en metro, en 17 y caminando en 17 minutos también. Así que siempre prefiero ir y regresar a pie, pues las calles siempre están llenas de gente y es poco probable que te asalten. Una opción que casi nunca hubiera tomado en Guayaquil.

Para este nuevo año, que tendremos la posibilidad de elegir un nuevo futuro, deseo que los guayaquileños escojamos al candidato que nos dé la libertad de vivir y sentir nuestra ciudad. Que en lugar de exigir rejas y centros comerciales, pidamos tener abierta la ciudad las 24 horas y disfrutarla completamente. Y que por supuesto, nos den la oportunidad de escoger a las veredas, al bus y a la metrovía como opción eficiente para transportarnos, en lugar de ver cómo ensanchan las calles para darle más espacio a los vehículos particulares.