El poder de Medusa

A lo largo de la historia se evidencia el poder de acción, manipulación e influencia que poseen las mujeres, no solo como compañeras de los “grandes hombres”, dando origen a aquel refrán: tras cada gran hombre hay una gran mujer, sino también por ellas mismas, liderando y/o complotando contra el poder constituido.

Bajo tal premisa, resulta pertinente y necesario analizar el comportamiento de “dos ilustres damas”, que siendo rezago del correato y hoy parte del gobierno del presidente Lenín Moreno, con sus actos vienen desafiando la jerarquía del poder. Me refiero a las señoras María Fernanda Espinosa, aquella que siendo ministra de Defensa del correato pidió a las Fuerzas Armadas ser las defensoras de la revolución ciudadana, yéndose en contra del precepto constitucional que obliga a estas, alejadas de todo interés político, defender a la ciudadanía y la integridad territorial; aquella que como canciller, en el gobierno del presidente Lenín Moreno, contradijo la postura oficial de reprochar los abusos del gobierno venezolano de Nicolás Maduro.

En cuanto a la segunda dama ilustre que desafía el poder presidencial, la Dra. Verónica Espinosa, ministra de Salud, coincidentemente sobrina de la excanciller, ministra que también se permite “la licencia” de desacatar y contradecir las órdenes del presidente Lenín Moreno, como ha quedado demostrado en el caso del salvataje del hospital León Becerra de Guayaquil, esto es, resistiéndose a cumplir la disposición presidencial de vía “donación”, ante la emergencia económica que afecta al hospital, de manera particular, y a la comunidad infantil nacional discapacitada, de manera general, entregar los 10 millones de dólares que requiere.

Estos rostros bonitos, representantes de la línea dura del correato, el de la “década ganada”, al parecer se han constituido en la representación actual de Medusa, aquella mujer mitológica que con sus encantos convertía en piedra a quien la mirara a los ojos, ya que al ser intocables, incontrolables e irremplazables, hacen ver al presidente Moreno como el testigo de piedra “sentado en el poder”.