Liderazgo de la mujer africana
África tiene una larga historia de liderazgo femenino. Pero en el continente persisten barreras que generan dificultades a las mujeres jóvenes que aspiran a liderar. Es preciso cambiar esta situación, para que los países africanos (y sus mujeres) hagan realidad su potencial. Ellas estuvieron a la vanguardia de la lucha por la descolonización de África. La reina Anna Nzinga, monarca de los reinos Ndongo y Matamba (lo que hoy es Angola) luchó durante décadas para proteger a su pueblo de los portugueses y su creciente comercio de esclavos. En 1900, Yaa Asantewaa, reina madre del Imperio Ashanti (parte de la moderna Ghana), lideró una rebelión contra el colonialismo británico. Casi tres décadas después, las mujeres del sudeste de Nigeria se rebelaron contra las políticas coloniales británicas (“revuelta de las mujeres de Aba”). Más cerca en el tiempo, la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf (premio Nobel de la Paz), lideró a su país hacia la reconciliación y la recuperación después de un decenio de guerra civil, y al mismo tiempo logró controlar una devastadora epidemia de ébola. La exministra de salud de Ruanda, Agnes Binagwaho, dedicó su carrera a conseguir acceso equitativo a la atención médica en su país y el extranjero. Kakenya Ntaiya, que en la adolescencia tuvo que someterse a la circuncisión femenina (un rito tradicional de pasaje de la etnia masái) para poder estudiar, se doctoró en educación y fundó Kakenya’s Dream, una organización que promueve la educación femenina, el cese de dañinas prácticas tradicionales y el progreso de las comunidades rurales en Kenia. Pero el liderazgo femenino en África todavía enfrenta amplias barreras sistémicas. Estas empiezan temprano, en el hogar, donde se espera que las niñas asuman más responsabilidades, como cuida los niños, cocinar y lavar la ropa. Factores como este perjudican los resultados educativos de las niñas africanas, de las que el 47 % no termina la escuela o no asiste nunca. Y las cosas no mejoran al crecer. Las mujeres africanas enfrentan importantes obstáculos económicos, jurídicos y culturales; desde problemas para acceder a la propiedad de la tierra hasta la expectativa permanente de que hagan la mayor parte del trabajo doméstico no remunerado. Según el informe sobre disparidad de género del Foro Económico Mundial, África subsahariana solo logró eliminar 68 % de las diferencias de género en materia de empoderamiento económico, y las mujeres están todavía mucho más expuestas a estar desempleadas, subempleadas o empleadas en puestos precarios en el sector informal. Pero aunque las barreras al liderazgo femenino son formidables, no son insuperables. En política, salud, derecho o ingeniería, hay mujeres africanas que están mostrando al mundo cómo liberar el potencial de liderazgo de sus congéneres. El anhelo de la mayoría de estas jóvenes africanas es devolver a sus comunidades, y hay que empoderarlas precisamente para eso. Con el debido apoyo transformarán sus comunidades, el continente y el mundo, y darán muestra de un liderazgo ético inspirado por valores compartidos, pasión por la comunidad y compromiso con un futuro mejor. Para quienes creemos en su potencial, es un privilegio acompañarlas en este camino.