“Un panorama decorado por el alegre carrusel de la fortuna”
Es muy extraño que las garras de Odebrecht, que tienen cercados en grandes escándalos de corrupción a un sinnúmero de exmandatarios de diversos países suramericanos, no hubiera involucrado a nuestro “califa” inquieto, revoltoso y superpoderoso exmandatario. Al fin y al cabo, el Ecuador es uno de aquellos países subdesarrollados que viven atrasados, especialmente en el aspecto judicial. Es así, que los ecuatorianos mirábamos con sorpresa lo que sucedía en otros países con sus exmandatarios sin tocar al Ecuador. Pero ahora con las denuncias por sobornos 2012-2016 que investigan a altas autoridades del gobierno anterior, en el caso Arroz verde, tocan duro al país. Se sindica al partido político del exgobernante por recibir millones de dólares para sus campañas electorales, para convertirlas en millones de votos que hacían falta para alimentar a muchos conmilitones y votantes en diferentes partes del país, quienes exigían una mano generosa para realizar proselitismo político y movilizarse a todas partes.
El alegre carrusel de la fortuna habría sido completo. Según las diferentes investigaciones efectuadas por periodistas y medios de comunicación, este carrusel habría empezado a través de dólares provenientes de empresas contratistas nacionales e internacionales, fruto de sobornos adelantados a cambio de contratos con el Estado y por cruce de cuentas utilizando testaferros, a quienes les depositaban cuantiosas sumas de dinero para luego ser direccionada a la campaña política de la revolución ciudadana, recursos que según investigaciones no se registraban en los libros contables.
De esta forma se construyó el alegre carrusel de la corrupción, la famosa rueda de la fortuna que en algún sitio se entorpeció y que ahora se va descubriendo cuando comienza a caer el telón de una nueva tramoya nacional. ¿Será que una vez más tales denuncias se quedarán en mero escándalos? De escándalo tras escándalo continuará desenvolviéndose la política ecuatoriana. O será un escándalo más para adornar la famosa colección de las muchas denuncias de corrupción e impunidad con que cuenta un país políticamente corrompido.
Eco. Mario Vargas Ochoa