“En la fase final del descalabro de la tirania castrista en Venezuela”
“Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”. Con este lema de Bolívar —el libertador caricaturizado por la sangrienta “Tiranía del Siglo XXI”— se amotinó un valeroso capitán de ejército que, esperemos, sea el ejemplo de muchos otros que deberían respaldar con su sacrificio a la muchedumbre de civiles que luchan todos los días contra los sicarios de Maduro, Cabello, Rodríguez, Padrino y las envilecidas fuerzas armadas “bolivarianas”, que han hecho suya la parodia revolucionaria del chavismo.
Este primer levantamiento militar (no creo que sea una cortina de humo, como se especula) coincidió con la trascendental conferencia de cancilleres que se celebró en Lima, donde se gestó un gravitante grupo de contacto para contribuir a la liberación del pueblo venezolano. Torre Tagle tiene el mérito de haber logrado que las diplomacias de los estados dignos de la región den el primer gran paso para superar los obstáculos que maniatan a la OEA, donde no es posible alcanzar una mayoría que permita adoptar las sanciones previstas en la Carta Democrática Interamericana. Sobre este dique se alza la voz del secretario general Almagro, cuyo compromiso con la libertad en Venezuela lo ha llevado sumarse a los parlamentarios colombianos y chilenos que han denunciado a Maduro ante la Corte Penal Internacional.
Al más alto nivel diplomático estuvieron representados en Lima los miembros de la Alianza del Pacífico (Perú, México, Chile y Colombia); y Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, miembros fundadores del Mercosur (que acaba de suspender la membresía de Venezuela), Canadá, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Honduras, Jamaica, Guyana y Santa Lucía. Son los dieciséis estados que acogieron nuestra invitación. La iniciativa no pudo ser más oportuna, y recuerda al llamado Grupo de Contadora (1983) y el posterior Grupo de Apoyo a Contadora (formado en Lima en 1985), constituidos por los ocho países que mediaron en los conflictos armados en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Vivimos otros tiempos, y Venezuela —cogobernada por Cuba— es un problema mucho mayor. Pero el grupo regional en gestación es también mayor y nacerá con la voluntad férrea de enfrentar la crisis. La más relevante de sus aristas es la reacción internacional de respaldo que puede generar en otras regiones y organismos internacionales, que hasta ahora esperaban un liderazgo decidido en las Américas.
Todo indica que estamos entrando en la fase final del descalabro de la tiranía y del proyecto castrista que el remedo de Asamblea Constituyente pretenderá imponer en Venezuela. La modesta jerarquía militar —del excapitán rebelado— prueba que los grados superiores son el principal sustento de la corrupción del régimen. Pero anticipa también que los niveles más numerosos de las FF. AA. podrían sumarse a una gesta de liberación auténticamente bolivariana, que confluiría con el trascendental esfuerzo diplomático que los cancilleres habrán de inaugurar en defensa de la libertad y la democracia en las Américas.
J. Eduardo Ponce Vivanco
Lima, Perú