Investigaciones policiales

Los ecuatorianos podríamos ofrecer unos muy sabrosos temas como para que se den gusto en la escritura de textos que apasionen al público amante del misterio y la deducción, a los grandes autores de novelas policiales, entre los que recuerdo a la inglesa Agatha Christie, al norteamericano Erle Stanley Gardner y al belga George Simenon. Sin olvidarme del rey del suspenso en el cine, que fuera el también ausente Alfred Hitchcock.

El asesinato del general Gabela, excomandante de la FAE, en una ciudadela privada sita al norte de Guayaquil, tras la persecución de su hija por aparentes ladrones, ha tenido un largo y tedioso tratamiento, tanto en la Fiscalía General como en la Legislatura. Y es que sin embargo de que se contrató a un investigador profesional argentino, de apellido Meza, para que analice este delito y sus causas, luego de que este presentó su respectivo informe, desapareció la tercera parte del mismo en donde, al parecer, se llegaba a la conclusión de que se trató de un “crimen de Estado”, dándose incluso nombres, texto que manos misteriosas se encargaron prolijamente de hacer desaparecer. Aparentemente ahora se llega a una instancia final en la Asamblea y se afirma que es ya un hecho el que por fin aparecerán los nombres de quienes tuvieron que ver en el asunto, dicen que por la denuncia que hizo la víctima en la compra de los siete helicópteros indios, cuatro de los cuales se estrellaron, con pérdida de valiosas vidas humanas, y los tres restantes están inservibles y archivados como legítima chatarra.

La fuga, sin la consabida tocata de Juan Sebastián Bach, de Fernando Alvarado, hermano de Vinicio, también con desconocida ausencia, que se sacó el “grillete” (gracias a ciertos “billetes”, como rimara la bella asambleísta Galarza) que le habían colocado en una de sus huidizas piernas, y luego su inaudita desaparición, sin saberse hasta el momento en qué lugar del mundo se encuentra (¿tal vez “aquisito nomás”?) es el otro tema que requiere de un Sherlock Holmes (con la frase: “elemental, mi querido Watson”) o de un Maigret para dar las respectivas coordenadas que conduzcan a su remoto o cercano escondrijo. Casos, pues, para hacer trabajar a la deductiva materia gris.