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Instantáneas coronavíricas - Rafael Correa a través del espejo

"El expresidente de la República y exjefe de una organización delictiva enquistada en el gobierno durante años seguirá pataleando alegremente mientras el país pasa de página

Rafael Correa entrevistado por Tu Voz TV
Entrevista. Tras conocerse el fallo del tribunal de casación, Rafael Correa deliró media hora en Tu Voz TV.EXPRESO

“Seguiré con mi vida cotidiana”, dijo Rafael Correa en la primera entrevista concedida luego de conocerse el fallo del tribunal de casación de la Corte Nacional de Justicia. Si eso significa que continuará haciendo lo que ha hecho hasta ahora, el Ecuador sabe qué esperar de él: un bombardeo diario de tuits insidiosos disparados desde Bélgica; un estado de conspiración más o menos permanente; una serie de intentos de golpe de Estado ocasionales, ya sea por la vía de la insurrección, como en octubre, o del muñequeo, como en abril, cuando tentó a Jaime Nebot con la idea de deponer a Lenín Moreno y repartirse los despojos del Estado. Desprovisto de sus derechos ciudadanos, impedido de volver a participar en elecciones de por vida, el expresidente de la República y exjefe de una organización delictiva enquistada en el gobierno durante años seguirá pataleando alegremente mientras el país pasa de página.

Correa delira. No acepta la derrota. El suyo es un planeta donde solo “una minoría de fanáticos” (son sus palabras) no se da cuenta de que el juicio que acaba de perder es un alevoso ejemplo de persecución política; un planeta donde él es un ser desprendido, sin ambiciones, un tipo que nunca ha tenido (así dice: “nunca he tenido”) aspiración política alguna. Porque “el poder es lo que menos me interesa”. Un planeta, sin embargo, donde ganará las elecciones de febrero con la facilidad con que se sopla para hacer una botella; no puede estar más seguro de ello, hasta ha tejido consignas para vendérselo a los suyos: “Nos obligan a ganar, dice”. El mundo según Correa es un planeta donde el candidato que manipula a voluntad, Andrés Arauz, resulta ser “una de las personas más brillantes” que ha parido la patria y se convertirá en presidente para refundarlo todo. Otra vez. En fin, un planeta al revés: el mundo al otro lado del espejo.

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Su mayor queja: la rapidez con la que se desarrolló el caso Sobornos en los tribunales. Su máximo alivio: haberse librado del “sacrificio de ser candidato, jejeje”, a él que no le gustan esas cosas, que prefiere la vida académica. Su nuevo libro, dice en un alarde de humildad muy raro en él, “será un gran aporte a la teoría del desarrollo”.

La realidad patas para arriba: la primera reacción del expresidente luego de conocido el fallo fue colgar en su cuenta de Twitter una frase de Voltaire (no Lenín Boltaire, ese es otro), desenterrada de alguno de esos sitios de Internet que ofrecen repertorios de citas citables de filosofía para andar por casa, del tipo Sabidurías.com. “El último grado de perversidad es hacer servir las leyes para la injusticia. Voltaire”. No tardaron cientos de internautas en recordarle los casos judiciales forjados durante su gobierno: el de los Diez de Luluncoto, el de los muchachos del colegio Central Técnico de Quito, la persecución a Cléver Jiménez y Fernando Villavicencio, el montaje del 30-S, con decenas de víctimas que hoy han probado su inocencia y a quienes se les arruinó la vida, policías que pasaron años injustamente encarcelados y ahora demandan por daños y perjuicios.

Como Al Capone, condenado a prisión por evasión de impuestos, Rafael Correa la sacó barata: el caso Sobornos es uno de los más leves delitos que se le imputan. Entre las 25 investigaciones previas abiertas en su contra en Fiscalía figuran algunos realmente graves, como asesinato, tentativa de homicidio, secuestro, delincuencia organizada… Hay también casos de peculado, concusión, fraude procesal, estafa… Esquemas de corrupción relacionados con la Refinería del Pacífico, la reconstrucción de Manabí, la repotenciación de la Refinería Esmeraldas… Crímenes como los del general Gabela, Fausto Valdivieso, Froilán Jiménez… Con mayor o menor grado de responsabilidad, Rafael Correa está involucrado en todo.

No: el expresidente no volverá al país. No solo iría preso sino que se vería envuelto en un drama judicial interminable. Este es su fin. El capítulo de la historia ecuatoriana que lleva su nombre ha concluido, aunque él no quiera darse por enterado. En su entrevista con el medio digital Tu Voz TV finge todavía una falsa seguridad que no termina de ser convincente en la pantalla, despacha su risa estudiada y representa, no muy bien, el personaje del héroe que se mantiene en pie.

Y cita a Voltaire. El campeón de un laicismo que él desprecia. El autor de un tratado sobre la tolerancia que no ha practicado nunca. El enemigo de los déspotas en cuyo Diccionario Filosófico podría encontrar Correa la descripción más exacta de su propia situación: “El hombre que pretenda que lo elija el pueblo -dice Voltaire- no será elegido si está deshonrado”.

Gutemberg Vera, abogado de Rafael Correa

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Desgañitarse en el twitter

Tal como lo anunció en su entrevista con el medio digital Tu Voz TV, después del fallo del Tribunal de Casación Rafael Correa sigue tranquilamente con su vida cotidiana. Esta consiste, básicamente, en agarrar el Twitter con fe y alegría y no soltarlo. Cerca de 80 mensajes, entre tuits y retuits, había transmitido el expresidente ayer hasta las 17:00. Todo un récord.