Guayas: urbe y campo
Guayas es una provincia de 25 cantones. Cada uno tiene dos segmentos sociales y demográficos: urbano y rural, con marcadas diferencias en sus perfiles e historia, y con señas particulares en lo económico, político, cultural, demográfico, laboral, etc. Por eso hay que comprenderla como una totalidad de 25 partes.
Es un todo en el que reconocemos cada uno de esos segmentos que la integran. En ellos se debe considerar sus características, sus modos de relación con la provincia, y también las diferencias, las cuales no se suprimen por el hecho de estar integradas y ser parte de ese conjunto. El aspecto esencial está determinado por el modo de relación individual con el todo, tomando en cuenta que cada uno de ellos está constituido por una parte urbana y por un segmento rural. Estas partes que se relacionan tienen diferencias, principalmente en sus estructuras económicas, pero también en aspectos laborales.
Hay quienes, con o sin razón, desde la postergación y desde una política de olvido que tradicionalmente se ha aplicado al sector rural, argumentan que la economía provincial está sustentada fundamentalmente por el trabajo del campo. De ahí provienen tanto la seguridad alimentaria, como las divisas de la agroexportación. Mientras que quienes se sitúan y reflexionan desde las ciudades, tienen una perspectiva diferente. Para ellos la urbe es la progresista, la que marca la pauta del desarrollo provincial, por lo tanto, la ruralidad debe subordinarse a ella. También piensan que el campo es atrasado, tradicional y una rémora para el todo.
Detenerse en solo una de las perspectivas hace que se corra el riesgo de que el ciudadano quede atrapado en la percepción ruralista o en la urbanocéntrica. El desarrollo de la provincia permite comprender que una y otra la construyen, y que ambas aportan a su progreso desde sus particulares estructuras socioeconómicas y demográficas.
Es hora de terminar con esa oposición urbe-campo, proponiendo diálogos permanentes y acuerdos para que el sector rural no se sienta relegado y para que el segmento urbano no siga creyendo que solo él es la base del progreso y del desarrollo de la provincia. Trabajar coordinadamente para, de un modo adecuado, dar tratamiento a este problema es fundamental, y debe constituir la tarea principal de quienes fungen y aspiran a ser sus dirigentes y líderes.