Guayaquil vuelve a sucumbir ante una nueva lluvia fuerte

123,4 litros por metro cuadrado es lo que cayó en Guayaquil, de 07:00 del domingo a 07:00 de ayer.

Por lo menos una vez en cada invierno cerca de 30 familias de la ciudadela Urbanor se enfrentan al peor de sus escenarios: el paso de una corriente de agua que arrastra piedras, palos y basura y que se abre camino en casi doscientos metros de una de sus calles internas.

El agua, que baja con fuerza desde los cerros de Mapasingue, provoca primero el colapso del sistema de drenaje e inunda luego un tramo de la avenida Las Aguas, hasta terminar por invadir el perímetro de esta urbanización, en la que al día siguiente de la tormenta sus habitantes abren las puertas de sus viviendas ante un paisaje parecido al que los residentes de Centroamérica encuentran después del paso de un huracán. Hasta más de 120 sacos de material pétreo, lodo y basura acumulada.

Blanca Araujo Alarcón vive hace 21 años en esta ciudadela. Ella asegura que su casa está en peligro. “El agua cruza a un costado y está socavando los cimientos”. Enormes huecos dejó al descubierto la lluvia de la tarde y noche del domingo último. “Se veía bonito. Parecía un río”, dijo esta dueña de casa, que de alguna forma se deja impresionar por la fuerza de la naturaleza que a veces se muestra como que desea recuperar sus espacios.

La del fin de semana ha sido la más intensa de todas las que se presentaron en lo que va de este invierno. En menos de dos horas se acumuló 73 litros de agua por metro cuadrado; según el reporte del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi).

Inició a eso de las 18:00 y en menos de una hora las llamadas de emergencia saltaron de todas partes. Calles de Urdesa, Miraflores, El Paraíso, Los Ceibos, Alborada, Sauces; sectores del centro y del sur de la ciudad. La tormenta eléctrica provocó apagones por todos lados.

Las redes sociales se inundaron de imágenes en las que se evidenció que el agua acumulada en calles como la Carlos Julio Arosemena, Las Aguas, Víctor Emilio Estrada, Capitán Nájera, Quito, Barcelona, Tanca Marengo, De las Américas, 25 de Julio, entre otras, dejó a decenas de carros atascados, con el agua hasta el filo de los parabrisas. Mientras las personas atravesaban ese escenario con los zapatos en las manos.

En Mapasingue Este, un enorme chorro de agua saltó desde un callejón hacia una calle principal, ante la sorpresa de los vecinos. Algo similar sucedió en la calle Principal y calle 17 de la cooperativa Colinas de la Martha de Roldós, donde en la mañana de ayer, Juan Mendoza Martínez mostraba su pie derecho con vendas; curaciones de las heridas que le provocó su intento de remediar una situación que ponía en riesgo su casa: “Tuve que destrozar una puerta porque el agua se había acumulado en la casa vecina”, le contó a EXPRESO.

La vivienda de la familia Carvajal Guerrero, que la desocupó hace seis meses por un viaje, quedó con las paredes destrozadas internamente. “Hace ocho años pasó algo similar. Esa vez el agua ingresó a mi casa, por eso tuve miedo de que volviera a pasar. Me ayudaron varios vecinos. Todos estábamos en riesgo”, dijo Mendoza.

Las escalinatas del cerro Santa Ana parecían una cascada. Javier Muñoz estuvo hasta las 04:00 sacando el agua de su local de variedades en la escalinata 267. Él dice ya estar acostumbrado, pero ‘tiembla’ cada vez que llueve porque sabe que no dormirá tranquilo.

Lo mismo hizo esta mañana Efraín Miranda, pero en la ciudadela El Paraíso. Las alcantarillas amanecieron taponadas con basura, que hizo que el agua ingresara a su vivienda. “El nivel llegó hasta los 20 centímetros”, se lamentaba el morador.

En Miraflores, Virginia Miranda señalaba, molesta, el mal estado de una alcantarilla de aguas servidas. La lluvia hizo que se rebosara y el olor era insoportable, renegaba.

La ‘resignación’ es una palabra que se repite en sus labios. Un sentimiento que no evita que su ceño se frunza cada vez que la naturaleza causa estragos en la ciudad.

“Es necesario analizar cada sector”

El pasado domingo se juntaron dos factores que provocaron inevitables inundaciones en la ciudad: el torrencial aguacero que cayó desde las 17:00 y la marea alta.

De acuerdo a Cecibel Zambrano, docente de la Universidad Espíritu Santo (UEES) y experta en Gestión de redes de agua y alcantarillado, este es un problema que del que difícilmente podrá librarse Guayaquil, sobre todo en las zonas con cota baja.

“Es parte de la geografía del terreno y el asentamiento de la ciudad, que ya se creó así”, explica. Además, hay colectores en la ciudad cuya vida útil ya expiró y deben ampliarse.

Además, está el problema de los sectores que colindan con laderas. Allí, el agua arrastra sedimentos y piedras que taponan las alcantarillas.

Zambrano cree que es necesario hacer un análisis geológico para buscar una medida de contención a los cerros o canales de aguas lluvias que recojan ese tipo de sedimentos y sea más fácil recolectarlos. “Pero es necesario analizar cada sector de forma independiente, no podríamos generalizar porque estaríamos cayendo en un error”, precisó. Indica que otra solución es el uso de geomallas para contener los deslizamientos.

“En esto también ayuda mucho la cultura de la ciudadanía porque también bajan (de los cerros) desechos sólidos (basura)”, sugirió.

Según informó Ilfn Florsheim, gerente de Comunicación de Interagua, las lluvias registraron una acumulación de precipitación de 123,40 mm, lo que se combinó con la marea máxima que a las 17:30 se estableció en 3,63 mm.