Su rostro perfecto hipnotizó dentro y fuera de la pantalla.

Greta Garbo, la eterna diosa del cine

Este 18 de septiembre, se cumplieron 114 años del nacimiento de ‘La Divina’, apelativo por el que se la conoció toda su vida.

Fue la máxima estrella de la MGM de 1927 a 1939 y llegó a cobrar hasta 250.000 dólares por película, toda una fortuna para la época. También marcó la transición del cine silente al sonoro y en medio del éxito y la fama, con tan solo 36 años, se despidió para siempre de Hollywood. Su vida privada la mantuvo alejada de la prensa y de sus admiradores. Eludía entrevistas, no acudía a los estrenos y hasta rechazó el Óscar honorífico que la Academia le entregó en 1954, como una especie de reparación por no haberle otorgado ninguna estatuilla (optó al premio en cuatro ocasiones).

Proveniente de una familia humilde, tras la muerte de su padre abandonó sus estudios y empezó a trabajar, primero en una barbería y después, en una tienda por departamentos. El almacén la seleccionó como modelo publicitaria, incluso filmó un cortometraje para el establecimiento. Una cosa llevó a la otra y entonces, el director Eric Petscher, la invitó a participar en Pedro el Tramposo (1922). Como todo lo que hacía se lo tomaba en serio, a los 17 años se matriculó en la Real Academia Dramática de Estocolmo.

Fue descubierta por Mauritz Stiller quien la convenció de actuar en La leyenda de Gosta Berling, posteriormente rodó La calle sin alegría. Su belleza impacto en Estados Unidos y gracias al empresario Louis B. Mayer fija su residencia en Los Ángeles. Él la contrata y debuta en Hollywood con El Torrente (1925), a esta cinta le siguieron La tierra de todos (1926), El demonio y la carne (1927), Amor (1927), La mujer ligera (1928) y El beso (1929). Para ese momento, la Garbo era la consentida de la Metro Goldwyn Mayer. Inmediatamente llegó la era del sonido, y muchos actores vieron caer sus carreras, pues sus voces no eran nada glamorosas. Así la sueca siguió enamorando y conquistando a las masas con sus interpretaciones en Anna Christie y Romance, rodadas por Clarence Brown en 1930. Su atrayente filmografía incluye Mata Hari (1931), Susan Lennox (1931) al lado de Clark Gable, Grand Hotel (1932), La reina Cristina de Suecia (1933), El velo pintado (1934), Anna Karenina (1935), La dama de las camelias (1936) y Ninotchka (1939); su primera comedia que resultó todo un éxito de taquilla. El estudio, al darse cuenta que tenía una humorista en potencia, pues siempre había sido asociada al drama, en 1941 la convence para filmar La mujer de las dos caras que fue un fracaso. La crítica la destrozó. Su revés en la gran pantalla fue tan marcado que prefirió decir adiós y alejarse del cine.

Garbo se recluyó en su hermoso departamento de Manhattan. Cuando salía, ocultaba su rostro con enormes gafas y un gran sombrero. Vivió literalmente de las rentas, pues en su época de fama y éxito, invirtió su dinero en bienes inmuebles y obras de arte, lo que le permitió llevar una vida tranquila y cómoda, su pasatiempo favorito fue pasear por todo el mundo, comprar en tiendas de antigüedades y codearse con el ‘jet-set’ de Europa y Estados Unidos.

Aquejada de problemas renales, falleció el 15 de abril de 1990.

Su vida sexual de que si fue lesbiana, bisexual o asexual, no interesa. Siempre se impondrá su belleza retratada en las decenas de películas que crearon un mito y es que a décadas de su retiro y a casi 20 años de su muerte, solo hay una Greta Garbo.